El Rey llamó ayer en el Congreso a evitar toda vía que conduzca a "la ruptura de la convivencia" y a la división de los españoles. "Fuera de la ley solo hay arbitrariedad, imposición, inseguridad y, en último extremo, la negación misma de la libertad", señaló el monarca en su tercer discurso como jefe de Estado en la Cámara Baja, donde diputados y senadores se reunieron en sesión solemne para conmemorar el 40 aniversario de las primeras elecciones de la democracia.

Juan Carlos I fue el gran ausente de la celebración, apartado por el protocolo de la propia Casa del Rey pero molesto, según diversos medios, porque no se le hubiera buscado un hueco en el acto.

Cuarenta años después, un tiempo que se reflejaba bien en los rostros de muchos de los que fueron parlamentarios en aquellas primeras Cortes constituyentes, Felipe VI instó a quienes ahora se sientan en el Congreso a conservar y defender el patrimonio político que se levanta sobre la Constitución de 1978. El conflicto catalán estuvo muy presente en la intervención del monarca, aunque sin ninguna alusión directa, con una defensa del actual modelo territorial, "que afirma la unidad nacional" y reconoce "el autogobierno de sus nacionalidades y regiones".

El Rey, que se refirió al régimen franquista como "dictadura", tuvo al inicio de su discurso un mensaje de "gratitud, homenaje y admiración" a su padre, el rey Juan Carlos, cuya ausencia de la ceremonia se hizo más evidente con las reiteradas alusiones a su papel en aquel momento histórico.

La Casa del Rey justificó que el monarca emérito no figurara entre los invitados por tratarse de una ceremonia parlamentaria, pensada por el Congreso, cuyo protocolo sigue el mismo criterio de la proclamación y está orientado a evitar que nadie reste protagonismo a Felipe VI.

El entorno de Juan Carlos I dejó ayer constancia del malestar del padre del Rey por lo que considera una exclusión y porque los responsables de la ceremonia no hubieran pensado en una fórmula que permitiera su asistencia a un acto en el que le correspondía un evidente protagonismo.

Así lo reconoció en su discurso la presidenta del Congreso, Ana Pastor, al señalar que, "en la historia", el nombre de don Juan Carlos "no podrá nunca desligarse de la palabra democracia". "Es importante, sobre todo, que hagamos saber a los más jóvenes que no fue nada fácil llegar hasta aquí", apuntó Pastor, quien también homenajeó a diputados de aquella época, como Adolfo Suárez, Santiago Carrillo o Ramón Rubial y al presidente catalán Josep Tarradellas. Todos ellos "vieron en la política un instrumento para llevar a España a la reconciliación y al progreso", por lo que son un espejo en el que hemos de mirarnos todos los que trabajamos hoy en el seno de las instituciones", dijo.

La conmemoración llevó al Congreso a los expresidentes José María Aznar y Felipe González y a parlamentarios constituyentes como Alfonso Guerra, Landelino Lavilla, Rodolfo Martín Villa y Soledad Becerril.

El protocolo devolvió al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, el trato como jefe de la oposición, que le permite ocupar una situación preferente respecto del resto de líderes políticos. Sin embargo, tras la recepción, Sánchez tuvo que seguir la sesión desde la tribuna de autoridades, sentado en solitario en una fila, al haber renunciado al escaño de diputado para no abstenerse en la investidura de Rajoy. Fue "una sensación rara porque he sido diputado durante unos cuantos años", manifestó después el líder de los socialistas, convencido de que esa circunstancia cambiará cuando consiga "dar la vuelta a la situación política de este país".