Esperanza Aguirre dimitió ayer como concejala y portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid salpicada por las actividades que han llevado a la cárcel a su sucesor en la presidencia de Madrid, Ignacio González. En el breve anuncio de su renuncia, Aguirre aseguró sentirse "engañada y traicionada" por el que fuera su hombre de confianza, al que considera que debió vigilar de forma más estrecha.

La dimisión de Aguirre se produce en paralelo a la ampliación de la "operación Lezo", la presunta trama de desvío de fondos del canal de Isabel II y de financiación ilegal del PP madrileño, con la extensión de la indagaciones judiciales a una relación de 60 personas, entre las que destaca el exministro Eduardo Zaplana y el empresario Juan Miguel Villar Mir, quien figura ya como investigado en el proceso.

Esperanza Aguirre cumplió a media tarde ayer con lo que se esperaba desde que el miércoles fuera detenido Ignacio González, su hombre de máxima confianza. Aunque el jueves pasado aseguraba que la renuncia no entraba en sus planes inmediatos, la presión silenciosa del partido, del que no recibió apoyo alguno, y las voces de los rivales políticos en el Ayuntamiento de Madrid pidiendo su renuncia precipitaron ayer lo inevitable. Aguirre anunció su dimisión como concejala y portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid en una comparecencia de apenas tres minutos, sin preguntas de los periodistas, en la que aseguró sentirse "engañada y traicionada" por su sucesor en la presidencia de Madrid. Afirmó también que pidió explicaciones a Ignacio González al trascender algunas de sus actuaciones sospechosa, y que su hombre de confianza se las dio en privado "de forma exhaustiva". Después, se desocupó de seguir los asuntos y aunque lo que refleja el auto, con el que el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco dictó el ingreso en prisión del expresidente madrileño, no constituye una "prueba definitiva" de la culpabilidad González, Aguirre considera que debe dejar el cargo.

"Mi manera de concebir la política me lleva a asumir la responsabilidad que me corresponde por no haber vigilado a Ignacio González y no haber descubierto antes lo que ahora, después de años de investigación, han descubierto la Guardia Civil y el juez", expuso Aguirre en su comparecencia. La hasta ayer cabeza de la oposición a Manuela Carmena en la corporación madrileña reconoció a González como persona de su "máxima confianza", a quien tuvo en su entorno desde hace más de tres décadas, tanto en su etapa de ministra de Educación y Cultura como en la etapa de jefa del Ejecutivo madrileño.

"Los ciudadanos tienen derecho a pedir que los políticos asumamos toda nuestra responsabilidad con dignidad, sin dilaciones y sin excusas y yo tengo como norma de conducta no eludir nunca mis responsabilidades y por eso presento mi dimisión", concluyó una Aguirre emocionada el anuncio de su dimisión.

La de ayer fue una nueva despedida que esta vez tiene todos los visos de ser la definitiva. Aguirre, madrileña del 52, se queda por completo fuera de la política tanto en lo institucional como en lo orgánico. El adiós tuvo el mismo escenario en que comenzó su carrera pública, el Ayuntamiento de Madrid, donde ejerció como concejala del PP ya en los años 80 del siglo pasado, la época en que trabó relación con Ignacio González, entonces funcionario municipal. Ministra de Educación y Cultura en el primer Gobierno de José María Aznar, en ese período de1996 a1999 vivió su gran despegue político. Rajoy la sustituyó al frente del departamento ministerial y Aguirre se convirtió en la primera mujer en presidir el Senado.

Su tiempo de mayor pujanza fue a partir de 2003 cuando el oscuro cambio de voto de dos diputados regionales del PSOE, lo que se conoce como el "tamayazo", la llevó a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Salió del cargo en 2012 pero mantuvo el vínculo con la política como presidenta del PP madrileño, una posición en la se mantuvo hasta febrero pasado y en la que evolucionó de ser la crítica más dura de Rajoy, incluso un amenaza para su liderazgo, a reducirse a sólo una voz incómoda. Su victoria por la mínima en las elecciones locales de 2015 frustró su pretensión de ser alcaldesa de Madrid.