Vistalegre II certifica una nueva vuelta de tuerca en el discurso de Podemos. "El nos venos en las calles" de Rafa Mayoral, uno de los dirigentes en ascenso de Pablo Iglesias, en la plaza madrileña estaba cargado de intencionalidad. La formación morada, que en tres años ha dado una sacudida al tablero político nacional, quiere ganar primero las calles para en 2020 vencer en las urnas. Es el objetivo señalado por Pablo Iglesias, cuyo discurso más duro y radical se ha impuesto a las tesis moderadas que representaba Íñigo Errejón.

Hubo un tiempo en que la formación morada evitaba la etiqueta de partido político de izquierdas, situando la geometría de la lucha de clases y también de partidos entre "los de arriba y los de abajo". La asamblea de Vistalegre ha dejado claros los objetivos. Podemos pretende ganarse el papel de principal partido de la oposición, desplazando al PSOE, con una palanca fundamental, la movilización social. "Si nosotros hacemos bien nuestro trabajo es difícil que el PSOE vuelva a ser lo que fue", recoge Iglesias en su documento de análisis político, en el que señala la necesidad de construir un "bloque social y popular" frente a la "Triple Alianza" que, en su opinión, han constituido populares y socialistas junto a Ciudadanos.

Pablo Iglesias ha desvelado su plan en Carabanchel: empujar desde fuera. Podemos no puede resignarse a ser un partido más en el juego político. "Si nos subordinamos a la lógica institucional, nos disolveremos", advierte el líder, que ha salido de la segunda entrega de Vistalegre tanto o más reforzado que de la primera. Además de hacerse con el 60 por ciento de los integrantes del Consejo Ciudadano ha recibido el visto bueno de los inscritos a sus documentos político y organizativo, clave de bóveda para la estrategia de la formación morada hasta las próximas elecciones generales.Trasladar a las instituciones las iniciativas de los movimientos sociales formará parte de la hoja de ruta podemista para esta legislatura que la nueva dirección de Podemos prevé larga.

Combatir la precarización del empleo; una política económica con prioridad para la redistribución de la riqueza; la recuperación de los servicios públicos y de los derechos sociales perdidos con la crisis y una apuesta decidida por la plurinacionalidad en España forman parte del pilotaje en el que se basa el proyecto de Pablo Iglesias hasta 2020. El control democrático del sector financiero y una reforma profunda del sector turístico que, a su juicio, ahora "está basado en la precariedad y degradación social y ambiental", también forma parte de sus propuestas. Pero la ambición de la formación morada, repetida hasta la saciedad en la asamblea de Vistalegre, va más allá de la victoria electoral en los comicios generales: persiguen transformar la sociedad y dar paso a una nueva transición política en España, en la que Podemos asuma el rol de "catalizador de la agenda constituyente".

Si la cara es el espejo del alma, de Vistalegre sale un Podemos combativo a pie de calle, con referentes como el andaluz Diego Cañamero, uno de los integrantes de la lista de Pablo Iglesias más reclamado y aplaudido en los dos días de asamblea y los ideólogos Manolo Monereo y Juan Carlos Monedero, cuya mano extendida en alto se ha convertido en el símbolo distintivo del sector pablista, claro vencedor en el plebiscito interno, frente a la "V" de victoria de los errejonistas, otro elemento que pone de relieve las diferencias entre dos corrientes internas a las que los inscritos han exigido "unidad y humildad" en la asamblea de Carabanchel.

Este fin de semana Pablo Iglesias empezará a demostrar si se cumple el mandato de la asamblea y en la ejecutiva que decida el Consejo Ciudadano tienen cabida, a satisfacción de todas las sensibilidades, ganadores y vencidos, para salir juntos a ganar las calles.