La entrada en el Gobierno vasco supone un nuevo test de estrés para el Partido Socialista, que se verá obligado a dirimir posiciones territoriales con visiones bien distintas si no contrapuestas. El primer problema vendrá con la reforma del sistema de financiación autonómico.

Varias autonomías gobernadas por el PSOE han expresado sus críticas sobre los cupos actuales del País Vasco y de Navarra. Los conciertos de estas dos autonomías, que les permiten gestionar sus impuestos y su propia agencia tributaria, tienen como contrapartida que el País Vasco y Navarra paguen por los servicios que les presta el Estado. Algunas comunidades critican cómo se calcula ese cupo.

El Ministerio de Hacienda de Cristóbal Montoro elaboró hace un año un informe sobre el balance que cada comunidad hacía del funcionamiento del sistema de financiación que había entrado en vigor durante el mandato de Zapatero.

El diagnóstico de ocho autonomías (siete con gobiernos del PSOE) era, con matices, coincidente: la reforma del sistema de financiación no será posible si, al mismo tiempo, no se modifican los cupos forales.