Para encontrar una división tan profunda como la que vive actualmente el PSOE a cuenta del apoyo a la investidura de Rajoy hay que remontarse a diciembre de 1935, cuando el entonces presidente del partido, y secretario general de la UGT, Francisco Largo Caballero, presentó su dimisión, con el fin de recabar el apoyo de la militancia y frenar la línea que marcaba el otro gran dirigente socialista de la época, Indalecio Prieto, favorable a colaborar con los partidos republicanos "burgueses". El historiador Santos Juliá considera que esta ruptura y la negativa de los diputados socialistas a formar el frente amplio que buscaba el presidente Azaña debilitó a la República en un momento crucial, el golpe de Estado de julio de 1936.

Han pasado 80 años y hay diferentes interpretaciones sobre la actual ruptura. Para el historiador David Ruiz, "la crisis actual supera en profundidad a las anteriores, aunque no en las formas, porque el enfrentamiento entre el sindicalista Largo Caballero y el político Prieto fue casi armado, cabría decir; ahora se ha producido un hecho que nunca le ha ocurrido al PSOE, la expulsión casi violenta de su secretario general, de forma que ha quedado un partido descabezado, sin líder". La clave en el 36, añade Ruiz, fue que el máximo dirigente sindical quiso convertirse en el máximo dirigente del partido.

La división entre los socialistas debilitó luego las posibilidades de la República en la guerra civil. "Largo Caballero, incapaz de gestionar la situación, fue sustituido por Juan Negrín, posiblemente el político más capaz que haya habido en España, pero se encontró con la oposición de los socialistas y otros demócratas europeos, lo que facilitó la victoria del 39", considera Ruiz.

Para el también historiador Octavio Cabezas, la ruptura vivida por el PSOE en 1936 fue "una fractura derivada de una situación ideológica y táctica bastante diferente". La actual crisis estaría "causada por un secretario general que ha actuado por cuestiones personales", cree.