El enfrentamiento que ha partido el PSOE en dos lleva un tiempo contando lo mismo de formas distintas. Ayer, en un momento de la reunión de los diputados y senadores con el presidente de la gestora, Javier Fernández, los términos del debate viraron hacia la formulación novedosa del dilema como la discusión entre la "dignidad" y las "papeletas". El diputado catalán Marc Lamuà, el único interviniente del PSC, había defendido en un duro alegato el "no" de la "dignidad" de un partido que no se doblega ante su adversario; el senador andaluz José Caballos le respondió con un lamento de amargo pragmatismo: "Si la dignidad contase en las urnas?" "Pero ahí se cuentan papeletas".

La disyuntiva resume mucho la fractura tal y como ayer se planteó en el cónclave del Senado, con sus diecisiete intervenciones y su apabullante mayoría de catorce a tres a favor de la abstención, pero también con la queja de algunos opositores a la gestora, que protestaron porque entre los diecinueve turnos de palabra pedidos y no concedidos había partidarios del "no". Si no hablaron, argumentan fuentes próximas al otro bando, fue por falta de tiempo.

Lamuà compartió la voz contraria a la gestora con el exalcalde de San Sebastián Odón Elorza, que pidió libertad de voto invocando el reglamento del grupo parlamentario, y la diputada por Madrid Margarita Robles, la magistrada que no es militante, que pasa por ser uno de los más firmes apoyos de Pedro Sánchez y anticipó su voto negativo sin intención de dimitir. Hablaron de "dignidad", apelaron a la mayoritaria voz discordante del militante con la abstención y expusieron el contrasentido de respaldar por omisión al "gobierno más corrupto de Europa". Defendieron en voz alta las razones de la abstención, en su eufemismo más difundido de la conveniencia de evitar las terceras elecciones, Vicente Álvarez Areces -oficializado ayer como portavoz socialista en el Senado-, además, entre otros, del expresidente de Aragón y senador Marcelino Iglesias, el diputado extremeño Ignacio Sánchez Amor, el senador gallego Ricardo Varela o el diputado vasco Eduardo Madina, adversario de Pedro Sánchez en las primarias a la Secretaría General.

Pusieron ellos el énfasis en la asignatura más del gusto de quienes propugnan la salida del atolladero por la abstención, la pedagogía. Desde las posiciones de los partidarios de evitar las papeletas sin perder la dignidad se escucharon llamadas a la "responsabilidad", menciones a la evidencia de la ausencia de otra alternativa viable, apelaciones a la disciplina. En este punto, a la expectativa de la posición que adopte el Comité Federal del domingo, pendiente aún el contenido de la orden que eventualmente habría que obedecer, va ganando terreno el respeto a la disciplina de voto en una línea similar a la marcada por el exsecretario de Organización César Luena, que prefiere defender que votar lo que diga el comité equivale más a respetar la "democracia" que la disciplina.

Otros dirigentes afectos a las mismas posturas defendieron reacciones similares, los líderes del partido en Madrid, Sara Hernández, o en Castilla y León, Luis Tudanca. Para conseguir que el grupo vote completamente en bloque si el comité federal decide abstención, la gestora lo tendrá más difícil con Margarita Robles o con el sector, aún díscolo, del socialismo catalán.