Pedro Sánchez y Pablo Iglesias abrieron ayer una nueva etapa de relación entre PSOE y Podemos, sin tensiones y con perspectivas de un acercamiento que, sin embargo, no despeja el camino del socialista hacia la Presidencia del Gobierno. Pese a ello, Sánchez considera que se aleja la perspectiva de una repetición de elecciones.

Iglesias se presentó ayer dispuesto al autosacrificio para allanar caminos con el PSOE y aseguró que renunciaba a su pretensión de ser vicepresidente de un Ejecutivo encabezado por Pedro Sánchez si ello facilitaba el entendimiento. Por encima de ese gesto personal, que no excluye entrar en un gobierno de coalición "progresista", queda su disposición a levantar el veto a Ciudadanos, que hasta ahora cercenaba toda posibilidad de ampliar el acuerdo entre el PSOE y el partido de Albert Rivera. El líder de Podemos se mostró dispuesto a sentarse con Rivera para pedirle su apoyo, "activo o pasivo" -con voto positivo o abstención-, para un gobierno de cambio que "desaloje" al PP del poder. El pacto de socialistas y Ciudadanos es insuficiente, como quedó en evidencia con la fallida investidura de Pedro Sánchez, afirma Iglesias, quien mantiene su propuesta de un "gobierno a la valenciana", ayer rebautizado como la "vía del 161", los votos que suman PSOE, Podemos junto con sus convergencias e IU.

Sánchez considera que el "principal avance" de su encuentro de ayer con Iglesias consiste en que "por fin, después de cien días negociando", Podemos "ha dicho sí a entrar en un diálogo con el PSOE y Ciudadanos". El socialista mostró ayer firmeza en la defensa del acuerdo con Ciudadanos y propone la "vía del 199", la suma de los escaños de socialistas, la formación morada y C's, para facilitar un gobierno "del cambio". Ayer fue rotundo al defender que "todo acuerdo" para que pueda someterse a la investidura "tiene que contar con el sí de Ciudadanos". "El PSOE es coherente. Soy una persona de palabra", dijo en defensa de un acuerdo del que el líder socialista es ahora rehén, como reconoció, al tener el refrendo de las bases de su partido. En un contexto todavía muy incierto, en el que no se vislumbra una salida con nitidez y la que se adopte ha de ser necesariamente compleja, Sánchez hizo ayer malabarismos para no generar distancia con ninguno de los que tiene por socios potenciales. Habló de buscar un acuerdo para un "gobierno parlamentario" que convierta al Congreso "en el verdadero gobierno" sin concretar los términos de esa expresión. Pese esa ambigüedad, Sánchez se mostró convencido de que "con todas las cautelas y todas las dificultades" España está "más cerca" de un gobierno de cambio y "más lejos" de la repetición de las elecciones. Con diálogo y negociación, considera que pueden superarse las discrepancias con Podemos sobre la forma de integración con Ciudadanos. Como procedimiento para alcanzar ese consenso propone una "mesa a tres" en la que se podrían acordar "cuáles de las 200, 300 o 400 medidas que puedan surgir" son comunes al PSOE, Ciudadanos y Podemos y llevarlas al Parlamento para aprobarlas.