Mariano Rajoy y Pablo Iglesias se valieron ayer del sarcasmo y de la arenga mitinera para descalificar el pacto entre PSOE y Ciudadanos -y, por ende, la tentativa de investidura de Pedro Sánchez-, en un tenso debate que derivó en momentos broncos que el presidente del Congreso, Patxi López, hubo de cortar llamando al orden y poniendo fin a los turnos de palabra por alusiones.

Ante esta coincidencia de pareceres entre el presidente del Gobierno en funciones y el secretario general de Podemos, el candidato a la investidura no dudó en resumir su frágil posición acusando al segundo de ser "la tabla de salvación" del primero y advirtiendo a Iglesias de que, con su rechazo a sumarse al pacto, bloquea la posibilidad de "sacar a España del infierno en el que la ha metido" Mariano Rajoy.

"Tapón"

Y no quiso ser menos claro con el líder de los populares: "Usted es el tapón para la regeneración y la renovación del PP".

En el día de los estrenos de Iglesias y del líder de Ciudadanos, Albert Rivera, en la tribuna de oradores, y de la lidia de Patxi López con su primer gran debate, la Cámara baja vivió un primer asalto de la pelea entre la vieja y la nueva política que sirvió para definir los perfiles parlamentarios de los recién llegados.

Así, pudo verse al Pablo Iglesias que prometió "asaltar los cielos" más pendiente de captar la atención de quienes seguían el debate por los medios que de los propios diputados -como, por otra parte, anunció que iba a hacer al principio de su intervención- y a un Rivera que citó hasta en dos ocasiones a Winston Churchill, la segunda para espetarle a Rajoy que es preferible "ser útil a ser importante".

Con el discurso de Rajoy, precisamente, había arrancado la sesión. Y en un tono que el Grupo del PP celebró, con aplausos y risas, por su sarcasmo. Rajoy consiguió traer a la Cámara un castellano algo viejuno que, unido a su socarronería galaica, produjo enseguida el efecto deseado: poner en solfa un acuerdo que tachó de "bluf" y "vodevil"; una suerte de "contrarreforma de la política económica y social de la última legislatura" liderada por la "candidatura ficticia" de Sánchez.

El líder del PP ridiculizó el acuerdo del PSOE y Ciudadanos, que comparó, en distintos momentos de su intervención, con un "rigodón con cambio de parejas", un "curalotodo", "el bálsamo de Fierabrás" y "los Toros de Guisando", un acuerdo que permitió resolver la pugna por la sucesión en el trono de Castilla, a mediados del siglo XV, que fue rubricado ante el conjunto escultórico del mismo nombre, datado en la Edad del Hierro.

Rajoy también menospreció a los socialistas sirviéndose de un "leit-motiv" al que sometió a ligeras variaciones: "Lo van a entender hasta ustedes", "verán como lo entienden, a pesar de ser ustedes".

La airada reacción socialista la adelantó en Twitter el diputado Gregorio Cámara: "Bochornoso comienzo de Rajoy. Se ríe de los esfuerzos de los demás grupos políticos". Y la también parlamentaria Adriana Lastra, que comparó al presidente en funciones con un participante en "El club de la comedia".

Pero fue el propio Sánchez el que, en su turno de réplica, afeó a Rajoy su "falta de respeto" a los esfuerzos negociadores de su partido y de C's. El candidato se reafirmó así en su propuesta de la víspera, cuando abogó por "desterrar el insulto" y "la soberbia, que es la forma más débil de ejercer el poder", de la vida parlamentaria.

Y, como también había hecho el martes, le dijo que su "mayor fracaso" había sido "escabullirse" del encargo de formar gobierno, lo que, a juicio de Sánchez, no es sino "faltar al respeto a siete millones de españoles".

El tono más duro

El tono del debate cobró perfiles más duros con la intervención de Iglesias. Del sarcasmo a la arenga mitinera, sin solución de continuidad. El líder de Podemos no defraudó a sus fieles y protagonizó el momento más bronco de la sesión, cuando recomendó a Sánchez que no se fíe de uno de sus "consejeros" que tiene el pasado "manchado de cal viva", en alusión a los GAL.

En su réplica final, Iglesias no tuvo empacho en identificar al "consejero" en cuestión con Felipe González, de quien Sánchez dijo después que se sentía "muy orgulloso". La bronca fue monumental, pero el líder de Podemos no se arredró y se encaró con la bancada socialista, que prorrumpía en airadas protestas. Patxi López tuvo que retirarle la palabra. Y Sánchez le reprochó que el martes diera a Arnaldo Otegi el trato de "preso político".

Pero el estreno de Iglesias en la tribuna de oradores tuvo otros momentos estelares: el beso en la boca que se dio con el diputado de En Comú Podem Xavier Domènech, después de que éste concluyera su alocución (otro estreno), o las descalificaciones que lanzó contra Ciudadanos ("la naranja mecánica") y contra su líder, del que dijo que representa "la peor de las tradiciones políticas españolas", aquella cuyo único objetivo es "la cercanía al poder", y que podía haber sido "jefe de escuadra" (de las juventudes de Falange) en la posguerra o dirigente del Komsomol, la organización juvenil del Partido Comunista de la extinta URSS.

Rivera encajó estos y otros insultos sin inmutarse y se limitó a responder a Iglesias que prefiere tener a su lado "a un economista de la London School of Economics que a Monedero". Y citando a Churchill, se declaró un "optimista, porque lo contrario no sirve para nada". A Rajoy le afeó la "extraña pinza" que está haciendo con Podemos, anunciándole que va a votar "lo mismo" que ERC, Bildu y el partido de Iglesias, y cuestionando su capacidad para "limpiar" España de corrupción, cuando no ha sido capaz de hacer lo mismo en su propio partido.

Después vaticinó que a aquellos que sientan "pereza" ante el diálogo, los que únicamente quieren "insultar" o a los que ven la política "en blanco y negro", les esperan "tiempos muy oscuros".

Las intervenciones de los portavoces de ERC, Joan Tardà, y DiL, Francesc Homs, los dos grupos independentistas catalanes, trajeron a la Cámara el conflicto de Cataluña. El primero advirtió a Sánchez que las fuerzas secesionistas seguirán cumpliendo la "hoja de ruta" por la independencia "con todas sus consecuencias", y el segundo acusó al candidato de ser una "mala copia" de Rajoy. A ambos les ofreció Sánchez "hablar de todo", especialmente de su reforma federal, pero siempre dentro de la ley.