Albert Rivera, como buen aliado y firmante del único acuerdo que ha logrado Sánchez, siguió con semblante serio e incluso solemne la intervención del líder socialista, asintiendo en más de una ocasión a sus palabras y con una aparente atención total a lo que decía. Rivera estuvo, de principio a fin, quieto y atento a Sánchez, aunque asume de antemano que el candidato socialista fracasará esta semana en su intento de investidura, pero confía en que el Partido Popular o el PSOE acaben cediendo en el plazo dos meses que ayer empezó a contar.