El líder del PSOE, Pedro Sánchez, no ha conseguido este miércoles, tal y como era previsible, la mayoría absoluta del Congreso requerida para ser elegido presidente del Gobierno, en una sesión en la que los duros reproches mutuos parecen dificultar futuros acuerdos que impidieran la repetición de las elecciones.

Sánchez ha logrado sólo 130 votos a favor (los 90 de los diputados socialistas y los 40 de los escaños de Ciudadanos), mientras que ha cosechado 219 votos en contra correspondientes a todos los demás grupos, excepto el de la diputada de Coalición Canaria, Ana Oramas, que se ha abstenido.

Al no conseguir los 176 votos a favor necesarios para ser elegido hoy presidente (la mitad más uno de los diputados), habrá que esperar a la votación que se celebrará dentro de 48 horas, en la tarde del viernes.

En ella le bastaría tener más votos a favor que en contra. Pero no lo conseguirá tampoco a tenor de las intervenciones de los líderes de los diversos grupos parlamentarios, que han sido de tal dureza en algunos casos -como la de Pablo Iglesias contra el PSOE- que hacen muy difícil algún acuerdo durante los dos próximos meses que evite nuevas elecciones el 26 de junio.

Pese a ello, Sánchez ha asegurado que sigue confiando "en el diálogo y el acuerdo para un gobierno de cambio".

Pedro Sánchez se convierte en el tercer candidato a la investidura como presidente del Gobierno que debe acudir a un segunda votación para intentar conseguir su objetivo, después de Leopoldo Calvo Sotelo en 1981 y José Luis Rodríguez Zapatero en 2008.

Pero a diferencia de ellos, y de acuerdo con las intervenciones de los líderes de los diversos partidos, no se prevé que Sánchez logre tampoco entonces los respaldos suficientes para ser elegido presidente, por lo que por vez primera desde la reinstauración de la democracia un candidato a la investidura no lograría la confianza del Congreso. Los dos anteriores candidatos que necesitaron una segunda votación sí lo consiguieron.

La segunda jornada de la sesión de investidura del líder del PSOE, Pedro Sánchez, ha terminado pasadas las 19:10 horas después de más de cerca de 10 horas de debate, en el que han tomado la palabra los portavoces de los grupos parlamentarios para responder a la propuesta de gobierno del candidato socialista.

El pleno comenzaba a las nueve de la mañana con el discurso del presidente del PP y del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, que ha acusado a Pedro Sánchez de "tomar el pelo a los españoles" y protagonizar un "bluf" con el único fin de sobrevivir y de iniciar su campaña electoral ante unos nuevos comicios.

Rajoy ha dirigido una sucesión de puyas cargadas de ironía contra el candidato socialista, al que ha responsabilizado de una investidura "ficticia".

También ha ridiculizado el pacto "de muy limitada relevancia" al que llegó con Ciudadanos y que considera que se ha querido hacer creer tan histórico como el de "los Toros de Guisando" y presentarlo como un "curalotodo" o "el bálsamo de Fierabrás".

Y ha arremetido igualmente contra Rivera por las versiones "contradictorias" de ese acuerdo que han dado él y el líder socialista, del que ha dicho que no es lo que necesita España.

En su cara a cara, Rajoy y Sánchez se han acusado mutuamente de de ser un "tapón" para España, y el secretario general del PSOE ha certificado que es imposible que ambos puedan llegar a un acuerdo para la formación del nuevo ejecutivo.

Sánchez ha opinado que el PP sólo podrá regenerarse desde la oposición y ha considerado una paradoja que Podemos se vaya a acabar convirtiendo en la "única tabla de salvación" de Rajoy.

De la mano de Podemos y de Pablo Iglesias han llegado al hemiciclo los reproches más duros que ha tenido que escuchar el secretario general del PSOE.

Iglesias ha cargado contra él por haber cedido ante los poderes económicos y las oligarquías con su acuerdo con C's y se ha remontado incluso a uno de los momentos más negros de los GAL, al pedir a Sánchez que no se deje aconsejar por quienes tienen un pasado manchado con "cal viva".

"El problema es que le han prohibido pactar con nosotros (...); lo dijo Felipe González, el que tiene el pasado manchado de cal viva".

Unas palabras que han provocado un agrio debate, con airadas protestas de la bancada socialista y en el que el presidente del Congreso, Patxi López, ha retirado la palabra al líder de Podemos.

Ante esa acusación, Sánchez ha salido en defensa del expresidente: "Me siento muy orgulloso de Felipe González", ha proclamado. Y ha avisado a Podemos de que, si vota no a su investidura, se convertirá en cómplice del "infierno" de Rajoy.

Pero Iglesias ha dirigido también críticas al PP ("el partido que ha hecho de la corrupción y la injusticia una forma de gobierno", ha dicho) y Ciudadanos, al que ha denominado "la naranja mecánica" y ha calificado de "marioneta de los poderosos".

Si esa intervención parece haber roto puentes para un próximo acuerdo entre PSOE y Podemos, la de Albert Rivera hace difícil también un hipotético pacto PP-C's.

Rivera ha pedido a Rajoy "valentía" para facilitar ese acuerdo, pero piensa que él no puede liderar esta nueva etapa política porque no cree en las reformas necesarias que necesita España y no puede abanderar la lucha contra la corrupción.

Los partidos nacionalistas de Cataluña y País Vasco han fundamentado su voto en contra de la investidura de Sánchez en su negativa a consultar a catalanes y vascos sobre su futuro y han rechazado unánimemente el acuerdo suscrito con Ciudadanos. Unos reproches escuchados también a algunos representantes del grupo mixto.