Pedro Sánchez reclamó ayer los votos de Podemos y los partidos de su órbita para poder conformar un Gobierno de cambio, basado en el "mestizaje ideológico" y en las doscientas medidas incluidas en el acuerdo firmado por el PSOE y Ciudadanos, la mayoría de las cuales, repitió en varias ocasiones como si se tratara de un "leit-motiv", pueden empezar a ponerse en marcha "la próxima semana".

Setenta y dos días después de las elecciones generales, el líder socialista expuso las razones por las que cree que merece ser investido presidente del Gobierno, pese a contar, de mano, solo con los 90 votos de su partido y los 40 de Ciudadanos.

Sánchez dedicó la parte central de su discurso, de una hora y treinta y seis minutos de duración, a explicar las medidas acordadas con Albert Rivera y ya dadas a conocer, aunque obvió toda referencia a la supresión de las diputaciones provinciales, muy contestada en el PSOE.

Pero antes y después de ese lento desgranar de propuestas, el secretario general del PSOE lanzó un intenso alegato en favor de la tríada que, a su juicio, define el mandato salido de las urnas del 20 de diciembre: cambio, diálogo y acuerdo.

Sánchez se dirigió en todo momento a "las fuerzas del cambio" porque no hay "suma posible solo con partidos de la misma ideología", así que "no vale la imposición, el chantaje y el abandono de la mesa de negociación", sino "la capacidad de ceder" y "asumir el riesgo, incluso, de ser convencido", advirtió a Podemos.

Pero primero expuso por qué no es posible "la gran coalición" que insiste en pedir Mariano Rajoy. Para Sánchez, el resultado de las elecciones del 20-D -que "no es un puzle irresoluble", afirmó- significa que la mayoría de los españoles quiere dejar atrás las políticas del PP y de Rajoy, a quien acusó de haber gobernado "imponiendo su absoluta mayoría hasta convertir su toma de decisiones en absolutismo".

Sin embargo, eso no quiere decir que los partidos de izquierdas tengan a su favor la aritmética. "Se ha creado una falsa esperanza" en "muchos votantes socialistas" y en "buena parte de los de Podemos, de sus confluencias, de Compromís y de IU", reconoció. Pero "no hay mayoría suficiente", lamentó. "No suma, lo siento pero no suma".

Dicho esto, valoró el acuerdo con C's, que presentó como un "primer paso" hacia la "solución", es decir, la salida del bloqueo institucional que trajo consigo la negativa de Rajoy a asumir el encargo del Rey de formar Gobierno.

Al partido de Rivera, Sánchez le agradeció su "valentía y coraje", momento que los diputados de Podemos aprovecharon para aplaudir irónicamente, mofándose del líder socialista.

El candidato a la investidura fue explicando después las propuestas del pacto rubricado la semana pasada con C's. Y proclamó que su objetivo y el de su partido es gobernar "mediante pactos que cuenten con el mayor respaldo parlamentario posible", para poner en marcha "todo" aquello en lo que la mayoría esté de acuerdo y que, recalcó, puede hacerse realidad ya "la próxima semana".

La alternativa al programa de Gobierno de PSOE y C's, que defendió no como "suma", sino como una potencial "multiplicación", es que "no pase nada".

"Bloquear los acuerdos posibles significa seguir donde estamos", avisó, pues la única pregunta que los diputados deben hacerse, a su juicio, es si respaldan un Gobierno "de cambio" o permiten que Rajoy continúe en la Moncloa. Y lo resumió así: "Hasta la peor medida de nuestro acuerdo es mejor que mantener a Rajoy en funciones".

El líder del PSOE concedió a su partido un papel de "piedra angular", porque "cualquier fórmula de Gobierno pasa por la implicación" de sus 90 diputados: tanto "el cambio" como la "gran coalición" o un Gobierno del PP en minoría que requeriría la abstención de los socialistas, posibilidad, esta última, que volvió a rechazar de plano.

Con todo, y consciente de sus muy remotas posibilidades de salir investido -tanto hoy como el viernes, cuando sólo necesitará más votos a favor que en contra-, Sánchez quiso justificar su presencia en la tribuna de oradores, en día tan señalado, con un triple compromiso: trabajar por el cambio (palabra omnipresente en su discurso), resolver el bloqueo institucional causado por "la falta de responsabilidad" de Rajoy y respetar el encargo del Rey.

"No entendí el encargo del Rey Felipe VI como una invitación que pudiera rehuir, sino como un deber ineludible", para concluir que su "fracaso hubiera sido rechazar el ofrecimiento del jefe del Estado".

En el tramo final de su discurso, Sánchez se refirió al deterioro de la relación con Cataluña y habló de la reforma en clave federal de la Constitución con la que pretende facilitar un nuevo encaje de la comunidad. Eso sí, "comprometido con la defensa de la Constitución y de la ley", porque sin ella todos estaríamos expuestos "a injusticias y criterios arbitrarios".

El candidato socialista advirtió que parte de la sociedad catalana "ha desconectado" con el proyecto común que representa España y no negó que "haya habido razones para el desencuentro".

La solución, defendió, es la reforma constitucional que propone el PSOE, porque no sólo favorecerá un "nuevo entendimiento entre catalanes, y entre estos y el resto de los compatriotas españoles", sino que persigue la remodelación del Estado, porque "la España de hoy no es la de 1978".