Dos meses y medio después de las elecciones llegamos a una semana en la que, por primera vez en la historia, un candidato -el socialista Pedro Sánchez- se someterá a la investidura para optar a la presidencia del Gobierno y, salvo sorpresa mayúscula, no será elegido ni en la primera ni tampoco en la segunda votación. Signo evidente de la esquizofrenia en la que se están moviendo los partidos políticos, incapaces de descifrar el mensaje que les enviaron los ciudadanos y, a la vez, de llegar a pactos políticos coherentes, fieles al compromiso con sus votantes, sin prejuicios y, sobre todo, que incluyan soluciones audaces para resolver los dos problemas más graves que tiene España a día de hoy: la crisis económica y el conflicto territorial.

Esquizofrenia pura en la que vive el PP. De puertas hacia fuera defiende a Mariano Rajoy que, sin embargo y como admiten la inmensa mayoría de sus dirigentes, está completamente amortizado. Un PP que, además, busca una coalición imposible con Ciudadanos y con los socialistas. No hay margen por esa vía. Y no por mucho repetirlo, como hacen, se convertirá en verdad. Es un discurso de cara a la galería. Nada mas. En la actual situación, carcomido por la corrupción y sin una renovación real, nadie va a querer sumarse a los populares. Y, de hecho, la cúpula de Génova, hasta ahora, ni siquiera ha explorado esa posibilidad a pesar de que, aunque lejos de la mayoría absoluta, fue la fuerza más votada.

Esquizofrenia pura la del PSOE que busca para llegar a La Moncloa un pacto a la derecha con Ciudadanos cuando, sin embargo, gobierna en la mayoría de autonomías y en muchos municipios gracias a la izquierda, como ocurre en la Comunidad Valenciana con Compromís y Podemos. Y, sobre todo, cuando sus votantes y la mayoría de sus afiliados -haya salido lo que haya salido en una consulta con una pregunta más ambigua y retorcida que la del referéndum catalán- son de izquierdas. En plata: Pedro Sánchez se ha apuntado a un acuerdo que va en contra del que tienen la mayoría de sus barones territoriales. Sólo en una autonomía -Andalucía- los socialistas tienen como socios a los de Albert Rivera. Evidencia, cada vez más, de que el PSOE es un partido inspirado por Susana Díaz, con sede en Sevilla y delegaciones en el resto de España. El poder de Ferraz lleva camino de convertirse en testimonial.

Esquizofrenia pura la de Ciudadanos que sostiene al gobierno socialista de los EREs en Andalucía, al PP de la Gürtel en Madrid y que ahora se decanta por Pedro Sánchez cuando, al tiempo, critica con dureza sus pactos locales y autonómicos. Y que a la vez, en el más difícil todavía, intenta que se sume el PP con una abstención que supondría echar del gobierno a Rajoy sin nada a cambio. Un acuerdo que lejos de resolver el problema catalán lo agrava todavía más; que está en las antípodas de los votantes que han impulsado a Albert Rivera, una buena porción procedentes de descontentos del PP; y que aunque convierte al líder de C's en "hombre de Estado" por unos días supone, al final, aparecer ligado a una derrota porque no llega, ni de lejos, a la mayoría para formar gobierno. ¿Cómo se puede firmar un documento y calificarlo de "histórico" cuando se está pendiente de que un tercero, con el que nada se ha pactado ni prácticamente se ha dialogado, se abstenga? Un paripé.

Esquizofrenia pura la de Podemos que pone por delante los sillones a la política y que, encima, se levanta de una mesa en la que negociaba toda la izquierda. Nada, salvo el tacticismo a corto plazo, te puede apartar de una mesa de diálogo. Una situación que ahora les lleva a tener que aparecer en la foto junto al PP -el mismo partido al que los de Pablo Iglesias atacan con toda la razón por los casos de corrupción- para oponerse a Pedro Sánchez. Paren la imagen: Rajoy y el 'coleta' unidos. Sin que entre ellos hayan llegado a hablar. Pero con la misma posición en la primera cita de calado de esta nueva legislatura en el Congreso. Puede, efectivamente, que Podemos no vote con el PP. Pero, desde luego, sí lo hará junto a ellos.

Esquizofrenia pura la de Compromís, que también acabará sumando 'noes' en el Congreso con los mismos -el PP- a los que Mónica Oltra pone a caldo todas las semanas después del pleno del Consell por la corrupción. Más esquizofrenia: los socios del 'Pacte del Botànic' que aupó a la presidencia de la Generalitat a Ximo Puig, caminan cada uno por su cuenta. Con los socialistas, además, alineados con Ciudadanos, el partido que desde la tribuna de las Cortes definió a una parte de la sociedad valenciana como 'aldeana'. Todo muy 'botánico'. Esquizofrenía pura la de Izquierda Unida que rechaza avalar el acuerdo entre el PSOE y los de Albert Rivera para no favorecer, dicen textualmente, al Ibex-35. Pero que, sin embargo y de cumplirse las previsiones, votará también junto al PP, los grandes deseados del Ibex-35.

Esquizofrenia pura la de los nacionalistas catalanes, dispuestos a posicionarse con Rajoy frente a Sánchez; y al revés, si fuera necesario, con Sánchez y frente a Rajoy, sin más discurso ni visión política que la independencia, un objetivo que sin otros movimientos no conduce a ningún sitio y no permite avanzar a Cataluña. ¿Alguien, por cierto, ha pensado que sentarse a hablar con ERC y con Democràcia i Llibertat -herederos de Convergència- puede ser parte de la solución y, desde luego, no agravar el lío catalán? Pagamos a los diputados para hacer política y resolver problemas.

Y con la rúbrica de Albert Rivera ya estampada en el documento y el aval -aunque sea con cierta indiferencia- de sus militantes, Pedro Sánchez ofrece a horas de su primera intervención un nuevo acuerdo a la izquierda a través de un documento. ¿Objetivo? Forzar su abstención para salir elegido con los votos de Albert Rivera; o, incluso, contar con su apoyo aunque sea, como apuntan fuentes socialistas, pasando Ciudadanos a la abstención. Pedro Sánchez, probablemente, no resultará elegido. ¿Qué pasará entonces? Más esquizofrenia.