Coger el tono para relacionarse con los medios de comunicación, que tienen en muchos casos la obligación de ser impertinentes, es una de las pruebas de fuego para cualquier político. Pablo Iglesias, que domina el medio televisivo y que se caracteriza por mantener la calma en los debates más encarnizados, ha tenido un resbalón que le ha acarreado una lluvia de críticas desde los medios y también en las redes sociales, donde la opinión está más dividida. "Precioso abrigo de piel el que trae usted", fue la respuesta que le dio a la periodista Ana Romero, del digital El Español, cuando esta le preguntó qué le diría a los inversores extranjeros que tienen miedo a "un gobierno de perdedores".
La pregunta, desde luego, no era complaciente, pero la respuesta, que suscitó risas y asombro en una sala de prensa abarrotada, le ha supuesto a Iglesias numerosas críticas de sexismo (por referirse a la vestimenta de una profesional, y no al contenido de su pregunta) y de clasismo, por aludir a un abrigo de piel, lo que, según algunos comentaristas, "huele a casta".
La periodista aludida comparó en las redes sociales la alusión a su abrigo con el comentario de Celia Villalobos sobre las "rastas" y los piojos, y posteriormente relató la anécdota en un pequeño artículo de opinión en su periódico, en el que asegura que han sido muchas las ocasiones que sus preguntas han molestado a representantes públicos, pero que no esperaba lo mismo de Iglesias. La reacción de Iglesias fue calificada por otros periodistas de "tic totalitario", aunque también llovieron reproches a los compañeros que se rieron en la sala de la salida del líder de Podemos.
En las redes sociales, no le han faltado críticas al representante de la formación morada, aunque una parte de los internautas defendieron que se trataba de un merecido "zasca" a una pregunta impertinente. Pero ¿deben los políticos meter cortes a los periodistas que no les gustan? ¿Es una rueda de prensa como una discusión en Twitter?
Aunque salir por peteneras no es algo poco habitual en la política española (el ejemplo máximo es el del plasma de Mariano Rajoy), la polémica revela cierta falta de tablas y le da munición a sus enemigos políticos.
