Cuando Felipe VI fue proclamado jefe del Estado en una sesión solemne celebrada en las Cortes Generales sólo habían pasado 18 días desde que su padre, Juan Carlos I, anunciara su abdicación a los españoles el 2 de junio, un corto período en el que dio tiempo a cerrar el relevo sin dejar flecos al azar.

Don Juan Carlos comunica que ha decidido abdicar la Corona.

La preparación de la renuncia había comenzado a comienzos del año 2014, pero eran muy pocos los que meses antes sabían que el Rey había decidido renunciar en favor de su hijo.

Dentro de la Casa Real estaban en el secreto el propio Príncipe de Asturias; la Reina Sofía; el jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno; el secretario general, Alfonso Sanz Portolés, y el director de Comunicación, Javier Ayuso.

En el Gobierno, además del presidente Mariano Rajoy, fue la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, quien hizo las funciones de interlocutor con Spottorno para estudiar los detalles jurídicos y las repercusiones parlamentarias del relevo.

Rajoy comunica la abdicación.

Colaboró el subsecretario de la Presidencia, Jaime Pérez Renovales, y, en un momento más avanzado, el jefe de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, cuyo papel fue clave para garantizar una sucesión rápida; también lo supieron los expresidentes José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Felipe González.

El propio Spottorno reconoció después haberse sentido sorprendido por la reserva y discreción mantenida por quienes conocían los preparativos, la cual evitó filtraciones a la opinión pública.

La fecha de la celebración de la Pascua Militar, el 6 de enero, es señalada por los que asistieron a aquel proceso como un momento trascendental para el Monarca a la hora de dar el primer paso para su renuncia.

Ante los principales mandos militares reunidos en el Palacio Real, su jefe supremo dio evidentes muestras de cansancio cuando leyó, no sin dificultades, el discurso anual dirigido al estamento militar, contratiempo al que se unieron sus problemas de movilidad.

El Rey se atasca en el discurso de la Pascua Militar.

Una vez resuelto a pasar el testigo a su hijo, lo comunicó al Gobierno, que se puso manos a la obra, ya que sin una ley sucesoria en vigor tenía que interpretar la Constitución para preparar el apoyo legislativo sobre el que iba a descansar la abdicación.

Mantenimiento de la inviolabilidad

Además, el Ejecutivo, siempre de acuerdo con la Casa del Rey, comenzó a trabajar en una norma que, tras la proclamación del nuevo Monarca, mantuviera no ya la inviolabilidad reservada por la Carta Magna al jefe del Estado, sino su aforamiento.

Mediante tramitación de urgencia, la Ley de Abdicación fue aprobada por el Congreso con 299 votos a favor, 19 en contra y 23 abstenciones, y ratificada en el Senado gracias a 233 votos favorables frente a cinco en contra y 20 abstenciones, todo ello para que Juan Carlos I pudiera firmarla el día 18 de junio.

El aforamiento quedó para después, con la idea de proporcionar a quien había sido jefe del Estado durante 39 años un tratamiento similar al de los parlamentarios y miembros del Poder Judicial, de manera que sólo pudiera ser juzgado por el Tribunal Supremo.

El Congreso aprobó esta ley el 26 de junio, sólo siete días después de la solemne proclamación de Felipe VI, y fue confirmada por el Senado el 10 de julio; ampliaba el aforamiento a la ya Reina Letizia, a la Reina Sofía y a la Princesa de Asturias.

Pero antes de que Don Juan Carlos suscribiera su última ley, la de su abdicación, en una sencilla ceremonia cargada de simbolismo y celebrada la víspera de la proclamación en el Salón de Columnas del Palacio Real, habían de pasar dos semanas en las que su actividad oficial quedaba marcada para la historia.

Don Juan Carlos firma su abdicación.

Así, el mismo día en que había anunciado su abdicación, y después de haber suspendido un acto matutino en Barcelona, sí celebró por la tarde una audiencia en el Palacio de la Zarzuela que congregó a un inusual número de reporteros en el Salón de Audiencias.

"Nunca os habíais interesado tanto por mí", bromeó divertido Don Juan Carlos con los informadores.

Otra audiencia celebrada al día siguiente le sirvió para, en una breve conversación con los periodistas, agradecer las muestras de cariño recibidas tras haber anunciado su renuncia, expresar su emoción por ello y animar a los españoles a "seguir adelante".

Su agenda oficial, en los últimos días de su reinado, se llenó de actos que cobraron gran valor simbólico, solo o en compañía de la Reina y de su sucesor.

La despedida de Don Juan Carlos.

Con don Felipe presidió el bicentenario de la Orden Militar de San Hermenegildo, con la Reina la entrega de las becas anuales de "la Caixa" y junto a doña Sofía y los Príncipes de Asturias presidió la celebración del Día de las Fuerzas Armadas, por última vez como jefe supremo de los Ejércitos.