Violencia machista
Barbara García: "Es muy duro que el asesino sea su padre"
La madre de las niñas asesinadas en Asturias agradece el apoyo recibido "en un momento tan difícil"
L. Á. VEGA / V. MONTES
"Quiero daros las gracias a todos los que de una forma u otra estáis dándome todo vuestro apoyo en un momento tan difícil y que por mucho tiempo seguirá siendo difícil, la muerte de un hijo es muy duro pero más aún si te las asesinan y el asesino es su propio padre". Es lo que ha escrito Bárbara García, madre de las dos niñas asesinadas en su perfil de facebook. Lo acompaña con un emoticón que afirma que se siente triste.
José Ignacio Bilbao envolvió la barra de hierro con la que había matado a sus hijas en papel de regalo antes de abandonar la escena del crimen y dirigirse al viaducto de la Concha de Artedo para arrojarse al vacío. Dejó a las niñas tendidas en el salón de la vivienda que tenía alquilada en el número 56 de la avenida de Los Quebrantos de San Juan de la Arena, con la cabeza partida a golpes, sobre un charco de sangre.
Así encontró la Guardia Civil los cadáveres de Amets y Sara Bilbao, de 9 y 7 años, sobre las siete y media de la tarde del jueves. En las paredes del salón había salpicaduras de sangre y también en el felpudo de la vivienda. La hora del crimen fue entre las cuatro de la tarde, cuando recogió a las menores para la visita del acuerdo de separación, y las seis, poco antes de que fuera encontrado el cuerpo del hombre, sobre la antigua carretera nacional a la altura de la Concha de Artedo.
Ayer la comarca del Bajo Nalón era un mar de luto, de dolor, de incomprensión de lo inimaginable. Aunque algo se barruntaban ya la familia materna de las niñas. Cada vez que dejaban a las niñas en manos de su padre, algún familiar le seguía discretamente. Temían que les hiciese algo malo. Él llegó a presentar una queja ante la Guardia Civil porque le seguían. Al final, cometió lo que todos temían.
Mientras los vecinos trataban de digerir ayer la brutalidad de este crimen, las pequeñas eran incineradas a las seis de la tarde de ayer en el tanatorio de Santa Catalina, en Pravia, en la más estricta intimidad familiar. Acudieron tres tíos de las pequeñas, varios amigos y otros familiares. Un momento triste para el que la familia reclamó la mayor de las discreciones.
"Siempre las trató bien, algo se le pasó por la cabeza, no entiendo qué pudo pasar", decía sin embargo un tío materno de las niñas, mientras salía de la vivienda en la que su hermana, Bárbara García Martínez, residía con las pequeñas, en el número 16 de El Moral, en Soto del Barco. La mujer estaba dentro del adosado, en la cama y sedada, totalmente destrozada, preguntándose cómo seguir adelante, cómo superar la gran tragedia que había desatado un hombre al que ella califica como "una rata" en alguno de los mensajes de su página de Facebook.
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