Alfredo Pérez Rubalcaba -40 años con carné socialista, 21 años diputado, 17 en la Ejecutiva del PSOE, 11 años ministro, dos años secretario general de su partido- ha anunciado este jueves que deja su escaño en el Congreso para volver a dar clase en la Universidad.

Ahora hace un mes que anunció que dejaría la Secretaría General del PSOEanunció que dejaría la Secretaría General del PSOE. Treinta días en los que Rubalcaba ha prestado su último servicio al Estado, dirigir el apoyo del principal partido de la oposición en el proceso de sucesión a la Corona.

"El mayor honor que puede tener un político es ser diputado, no hay otro más importante, no hay otro puesto más relevante, más gratificante y por tanto han sido 21 años de un gran honor para mí, a los que pongo fin ahora".

Con estas palabras, ha anunciado su adiós el todavía líder socialista, una figura que ha sido reconocida no sólo por los socialistas sino por los dirigentes del PP como uno de los políticos más relevantes del país.

De todos sus años en la primera línea de la política, los dos últimos han sido probablemente los más duros.

Un químico como Rubalcaba no ha encontrado la fórmula para que el PSOE recuperara votantes, a los que desde el PP les ha llegado un aluvión de mensajes de que su líder representaba el pasado y las políticas que condujeron a España a la crisis económica.

Ha luchado contra ello más que como el velocista que fue en su etapa universitaria, como un corredor de fondo que estaba convencido de poder lograr la meta. No lo ha conseguido y deja a su partido en un mar de dudas ante un futuro incierto mientras trata de encontrar la fórmula para reconquistar a los desencantados.

Rubalcaba, un ex por excelencia (exvicepresidente del Gobierno, exministro de Educación y de Interior o exportavoz del Ejecutivo y del grupo socialista, entre otros muchos cargos) va a sumar ahora el puesto de ex secretario general y, después del verano, el de exdiputado.

Aun así, se hace difícil pensar en un Rubalcaba alejado de la vida política.

Meses antes de las elecciones generales de 2008 aseguraba que estaba ya en los últimos coletazos de esa vida. Nadie le creyó y, al poco, disputaba la Presidencia del Gobierno.

Esta vez ha dado el paso definitivo que le alejará de los focos. Dejará el Congreso de los Diputados, su casa durante tantos años para volver, después del verano, a la Universidad. Es profesor titular de Química Orgánica en la Complutense de Madrid.

Los que han visto en él durante todo ese tiempo a uno de los adversarios más difíciles para rebatir en el tú a tú parlamentario tendrán que sentarse entre los que serán sus alumnos para poder volver a escuchar las "clases magistrales" que dirigía desde la tribuna del Congreso de los Diputados.

Su gran capacidad de negociación, de mano izquierda, no ha conseguido mantener unido al partido en torno a su figura. La derrota en las elecciones europeas fue el detonante de su despedida.

Podía haber dejado entonces -ahora hace justo un mes- la dirección del partido. Pero prefirió seguir al frente y aguantar las críticas hasta que Felipe VI fuera Rey de España.

Su último servicio al país.