Fue un acto limpio, pulido y largo, pero no pesado. Los profesores Patricia Fuente y Víctor Rodríguez dieron ayer su aprobado holgado al maratón protocolario que vivieron los Reyes Felipe y Letizia, la Princesa de Asturias, Leonor, y la Infanta Sofía.

Difícilmente los responsables de Protocolo pueden encontrarse con un reto mayor. Tres actos en uno: el castrense, el constitucional y el social, en palacio y en la calle. Todo se desarrolló con fluidez pero no hubo forma de librarse del retraso. Víctor Rodríguez y Patricia Fuente critican el excesivo protagonismo atribuido al presidente Rajoy, pero valoran el tono general del acto en el Congreso, el atuendo de Rey y Reina, la disposición protocolaria en la zona alta de la Cámara baja y el recorrido en coche descapotado por las calles de Madrid. Patricia Fuente echó de menos una parada en ese recorrido, "apenas unos segundos, un saludo al público, el tiempo para una foto". Sobre la ausencia de don Juan Carlos, hay todos los matices posibles, pero si hubiera querido estar presente el puesto del "Rey padre" hubiera sido en la tribuna junto a doña Sofía y su hija Elena.

Cuestiones mejorables: la decoración de la parte frontal del estrado en el Congreso, y la bandera que presidía el balcón en el Palacio Real desde donde saludaron los nuevos Reyes. "Hubiera quedado mejor un material más noble, aterciopelado", señala Fuente, profesora de Planificación y Producción de Eventos.

Bien el traje de Felipe VI, "el menos militar de los trajes militares, con el que, además, se casó". Traje de Capitán General del Ejército, de gran etiqueta. Muy bien el vestido de Letizia, de color blanco "que transmite tranquilidad y, además, sin joyas. "Vamos a tener una buena Reina", pronostica Víctor Rodríguez, profesor de Legislación y Seguridad Logística.

La reina Letizia aplaudió el discurso de su marido en el Congreso. ¿Debería haberlo hecho? "¿Por qué no?", se pregunta Víctor Rodríguez. "No hay regla escrita al respecto, y ese aplauso hay que entenderlo como algo natural y espontáneo". También aplaudieron las niñas, aunque a ellas se les escapó buena parte del meollo del discurso de su padre.

El protocolo no llegó a las bancadas de los diputados, que se sentaron a medida que llegaban al Congreso. Hubo "convivencia" de ideologías "pero el hecho de que las sillas carezcan de nombre no quiere decir que no haya protocolo", aclara Rodríguez. El presidente catalán Artur Mas llegó tarde, minutos después de las nueve y media de la mañana, hora tope. En Inglaterra se hubiera quedado fuera. Tampoco hubo protocolos rígidos en el besamanos multitudinario, en el que participaron unas dos mil personas. "No es posible llevar a rajatabla el protocolo con ese número de invitados", confiesa Patricia Fuente.

Los dos profesores de la Escuela Superior de Protocolo están de acuerdo en que "se transmitió una imagen moderna", con los atributos reales, corona y cetro, presentes en el Congreso pero como meros símbolos. No fue el mejor discurso de Felipe desde el punto de vista técnico, pero es que la ocasión era única. Comenzó nervioso, pero acabó seguro. "La comunicación no verbal, el movimiento de manos, expresaba cierta impaciencia y se trabó algunas veces", recuerdan los expertos.

Pero fue "un discurso cercano, sin mensajes metafóricos". Lo inició con un guiño de humildad -"comparezo hoy aquí..."- y lo terminó con un deseo, que los españoles se sientan orgullosos de su Rey. Como su Rey se siente de los españoles.