La calidez fue hoy el común denominador de la ceremonia de proclamación de Felipe VI, desde los cariñosos gestos entre los protagonistas a la suavidad del color de los vestidos, encabezado por la elección de la Reina Letizia, que de blanco y corto, brilló con un sobrio diseño de Felipe Varela.

Guiños de complicidad y emoción fueron la tónica dominante entre los Reyes de España, en el día de la proclamación de Felipe VI.

Miradas intensas, sonrisas, ternura y besos son las expresiones que predominaron entre Don Felipe y Doña Letizia, desde el comienzo de la jornada en el Palacio de la Zarzuela hasta su salida al balcón del Palacio Real donde, de nuevo, las muestras de cariño entre ellos y sus hijas se alternaron con el saludo a los congregados en la Plaza de Oriente, de Madrid.

Intensa, y para la historia, la mirada de Doña Letizia a Don Felipe al entrar en el Congreso de los Diputados, mientras él la agarraba por la cintura; juntas y ceñidas sus manos mientras hacían su aparición en la tribuna del Congreso; serenidad en un acto solemne con la presencia de dos niñas, de ocho y seis años, que se adaptaban con rapidez a las circunstancias y a los focos.

La atención de Doña Letizia hacia ellas fue constante, caricias y miradas les dieron la seguridad para comportarse de manera impecable en un acontecimiento histórico del que ellas también eran protagonistas y cuyas sonrisas afloraron cuando su padre, Felipe VI, las nombró en su discurso.

La mención de Don Felipe hacia la Reina Sofía, a su trabajo y dedicación, provocaba el aplauso unánime de la Cámara, un gesto que ella agradeció a su hijo lanzándole un beso, y las primeras lágrimas de emoción de la infanta Elena, que regaló a su madre una discreta caricia.