"Era competitivo como casi todo el mundo que se dedica a la vela. Serio en el barco, quería ganar por encima de todo". El vigués Ramón Lago describe en esa frase al Príncipe Felipe con el que coincidió durante cuatro años en la tripulación del CAM. La pasión por la vela, su trayectoria deportiva, le permitió establecer un importante relación profesional y personal con un puñado de regatistas gallegos con los que compartió las mismas ganas de imponerse al rival.

Con diferencia el gallego que más tiempo ha compartido con el futuro Felipe VI en un menor espacio es Alfredo Vázquez. Este regatista vigués formó parte del equipo español de la clase Soling durante los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992. Aquella tripulación la formaban Vázquez, Fernando León y el Príncipe Felipe. La intensa preparación de la cita les hizo casi inseparables durante cuatro años. Juntos recorrieron el mundo para tomar parte en diferentes regatas de preparación; vieron el crecimiento del puerto deportivo de Barcelona desde la nada y compartieron momentos únicos durante aquellas tres semanas en las que la Ciudad Condal fue el centro deportivo del mundo. Vázquez recuerda la buena relación que mantuvieron en aquel tiempo y sobre todo "el compromiso que siempre demostró. Tenía unas ganas enormes de hacer las cosas bien, de que el proyecto fuese hacia adelante. En eso no había diferencia alguna. Estaba allí para lo mismo que nosotros y en el barco era Felipe a secas". El vigués recuerda que "establecimos una importante complicidad porque era mucho tiempo juntos, entrenando cantidad de horas en un barquito de unos pocos metros". El tiempo les separó, los encuentros han sido esporádicos, pero Vázquez recuerda con cariño lo sucedido hace algo más de un año cuando durante los Juegos Olímpicos de Londres recibió una llamada. Era el Príncipe que se encontraba siguiendo las competiciones en Inglaterra y telefoneaba a quienes habían sido sus compañeros en Barcelona 92 para recordar lo feliz que había sido aquellos días y la inolvidable experiencia que habían pasado juntos: "Creo que él también era consciente de que difícilmente vivirá un acontecimiento de la intensidad de aquel porque los días que pasamos en Barcelona, la intensidad de la competición, el ambiente...algo único. Aquella llamada de teléfono significaba mucho".

La competición les dejó a las puertas de la pelea por las medallas. Hubieron de conformarse con un diploma olímpico que les supo a poco en medio de la fiesta que para la vela española fueron aquellos Juegos. Llovían las medallas y su diploma parecía poca cosa. Vázquez se ríe al recordar muchas de las anécdotas que vivían, la complicidad con los escoltas que viajaban por el mundo con ellos, las bromas con los cajeros de los bancos cuando acudían a cambiar billetes de diez mil pesetas en los que aparecía precisamente la cara de su compañero de embarcación y el dependiente del banco no sabía si tomarlos en serio o no. "Del Príncipe solo puedo decir que como compañero era extraordinario, que siempre se dejó el cargo antes de subir a bordo".

La experiencia de Ramón Lago es similar. Este vigués es uno de los gallegos que ha formado parte de la misma tripulación que el Príncipe en el CAM, el barco con el que solían participar en las importantes regatas del Mediterráneo. Antes que él estuvieron a su lado otros gallegos como los hermanos Torrado (Pablo y Diego) o Pepe Lis. Pero el último ha sido Ramón Lago quien le describe como "un tipo absolutamente normal, que hacía la misma vida que el resto y al que viendo desenvolverse en el barco nadie llegaría a la conclusión del cargo que ostenta. Comía el mismo bocata que el resto, bebía de la misma botella, quería ganar como nosotros y se molestaba cuando las cosas no salían bien. Absoluta normalidad". Lo único que les llevaba a pensar que estaban ante algo diferente eran detalles que tenían que ver con la seguridad: "El hecho de que un buzo revisase el fondo cada mañana, la zodiac de seguimiento que iba detrás siempre o el hecho de que llegases al puerto de Palma y un tipo de dos metros que no habías visto en tu vida te saludaba por tu nombre. Por lo demás, era un miembro más del equipo. Ramón Lago elogia como regatista la pasión que el Príncipe Felipe ponía a la hora de competir contra otros patrones que "regateaban cien días al año. El no podía hacerlo por sus obligaciones y esos son detalles importantes cuando se está en medio de las regatas. Pero competía con intensidad y se esforzaba al máximo". Este regatista vigués recuerda que la última vez que estuvo con él fue en un acto en el Monte Real de Yates de Baiona y que nada más verlo se acercó a preguntarle por su actividad profesional, que recordaba perfectamente: "La misma reacción que tendrías con otra persona a la que hace tiempo que no saludas".