Antonio Basagoiti Pastor (Madrid, 1969) se corta la coleta. El presidente de los populares vascos e hijo del exconsejero de Pescanova Antonio Basagoiti García-Tuñón abandona la política y se exilia de España. Lo hace por amor a su mujer y a sus tres hijas, y para no perpetuarse en una actividad que "nunca debe ser para toda la vida". Deja, así, 18 años de lucha pública en uno de los territorios más hostiles para el PP y regresa al Banco Santander, entidad en la que tenía una excedencia por ocupar un cargo público. Su futuro inmediato está en México. "Mis hijas se merecen otra vida", se sincera en una entrevista a FARO.

- Señor Basagoiti, ¿por qué deja la política?

- Tengo 43 años y no quiero profesionalizarme en la política. No quiero acabar de diputado o senador sin haber desarrollado otras actividades que no tengan nada que ver con este mundo. Quiero labrarme un futuro distinto, y o lo hago ahora o no lo hago nunca; pero, sobre todo, dejo la política y me voy de España por mi mujer y mis hijas. La política vasca quema mucho, y más si eres del PP. Mis hijas se merecen otro tipo de vida, y no ver cómo su padre está permanentemente en el punto de mira del fanatismo independentista. Por eso me voy lejos.

- Así que es una decisión más forzada por su familia que por usted mismo.

- No. Lo que me planteo, insisto, es que la política no puede ser para toda la vida. Creo que ya he dado bastante a la sociedad vasca, y ahora les toca a otros. Mi mili por el servicio público ha durado ya 18 años.

- ¿De qué es de lo que se ha cansado?

- Es una situación vital.

- ¿No será una especie de crisis de los 40?

- Podría serlo. Hay quien cambia de mujer o de coche, y yo he preferido emprender otra labor en mi vida que, quizá, con 50 años no podría hacer. Puede que mi decisión tenga algo que ver con la crisis de los 40.

- Lo cierto es que no es el primero que se aparta de la política. Sigue usted, en cierta medida, los pasos de Esperanza Aguirre.

- La diferencia es que yo no me aparto, la dejo del todo, y Esperanza Aguirre ha dejado las responsabilidades institucionales sin apartarse del partido. Yo la respeto mucho y coincido con ella en que la política no debe profesionalizarse para siempre. Mi decisión es total: en el plano del partido e institucional. Me voy de España para no estar en ningún tipo de actividad política y para que los medios de comunicación se olviden totalmente de mí y me pueda desarrollar profesionalmente.

- ¿Hablamos de fuga de talento o de movilidad exterior?

- Esto es una movilidad exterior no forzada por la falta de expectativas aquí, sino por la determinación de conocer nuevos sitios y emprender otro camino. No estoy en el grupo de jóvenes que se va porque no tiene trabajo ni estoy en el colectivo de los que se van de manera forzada. Lo hago de manera voluntaria.

- Quizá su marcha sirva de acicate a otros barones del PP que temen un varapalo electoral en 2015 por la política de recortes de Rajoy.

- No tiene nada que ver. Ya he tenido mis elecciones autonómicas, y en Euskadi no hay otras hasta dentro de cuatro años. Le aseguro que voy a defender la política de Rajoy esté donde esté, porque hace lo que tiene que hacer, aunque no se entienda en el momento. Además, estoy convencido de que todos los que están ahora en el PP seguirán en sus puestos. Mi caso es diferente. Una de las peculiaridades de la política vasca representando al PP es que es muy complicada y gasta. No es lo mismo estar 18 años en política en Canarias que hacerlo en el País Vasco. El estar en el punto de mira y el sentir el acoso del fanatismo te va llenando.

- ¿Qué es lo peor que se lleva de ese fanatismo al que se refiere ahora que no mata ETA?

- Lo peor es el sentimiento de odio que se nota en algunos ambientes y en momentos determinados, cuando, por ejemplo, paseas con tus hijas. Hace dos días iba con una de mis hijas y tuvo que presenciar cómo un hombre me insultaba al grito de fascista. Evidentemente, no era la primera vez que mi hija asistía a semejante espectáculo. Eso es lo que peor se lleva.

- ¿Es consciente usted de los elevados índices de delincuencia que hay México?

- Sí, claro, pero por lo menos no tendré que soportar el fanatismo político.

- ¿Qué les diría a los que le reprochen en "petit comité" que abandona el barco en el peor momento?

- El barco en política no existe. Esta es una situación más, y el peor barco en política fue cuando nos mataban todos los días. Yo ahí no abandoné. El peor barco fue cuando era una heroicidad salir de tu casa e ir a trabajar a tu ayuntamiento. Y yo no abandoné. Por lo tanto, no tengo ningún miedo a ese tipo de críticas, porque yo he estado en los momentos más difíciles para un político. No hablo de una movilización del 15-M. Hablo de los asesinatos de cada día.

- Vamos, para usted ser político nunca fue un chollo.

- Está claro que no.

- ... Pero antes había, si no un reconocimiento ciudadano a la labor política, un respeto. Ahora se arriesgan a recibir insultos o escraches.

- Es verdad que la política se ha convertido en eso, pero también es que en el País Vasco eso lo conocíamos de sobra desde hacía tiempo. Para nosotros no es nada nuevo. Los 18 años de política en Euskadi me han hecho fuerte para superar cualquier tipo de dificultad y sortear cualquier tipo de obstáculo. Lo que sí creo es que la política tiene que recuperar sus valores de honestidad y limpieza.

- Cuénteme cómo se hizo del PP.

-Yo colaboraba con el partido desde 1994 y me afilié tras el asesinato de Gregorio Ordóñez, en enero de 1995. Ese acto criminal me hizo reflexionar, y pensé que había llegado la hora de mojarse. Entendí que una parte de España y del País Vasco se estaba desangrando por el terrorismo de ETA. Supe que tenía que hacer algo para intentar cambiar las cosas, y ahora dejo el partido en una situación en la que ETA, si bien existe, ha tenido que reconocer que no va a poder seguir matando.

- ¿Fue eso lo que llevó a un chico bien como usted a dejar su trabajo en la banca para entrar en política?

- Siempre me había llamado la atención la política, pero fue ese asesinato el que me motivó definitivamente para entrar en ella.

- ¿Qué pensaron sus padres?

- Al principio me miraron mal, y tras el asesinato de Ordóñez, muy mal. Sin embargo, a mí siempre me ha motivado el moverme más por la familia que yo he elegido, mi mujer y mis hijas, que por la familia que me viene de sangre. Mi mujer, a la que conocí en 1996 en un acto de Nuevas Generaciones, siempre ha sido muy comprensiva, y pesó más esa comprensión que lo que pensase mi familia materna o paterna.

- Y paradójicamente ahora lo abandona todo por su mujer.

- Ya hemos llegado a un punto en el que la situación de los políticos del PP en el País Vasco comienza a tener consecuencias en mis hijas. La actividad política de su padre no tiene que hipotecarlas para siempre.

- Su padre fue presidente de Banesto, ¿se puede decir que regresa al redil familiar de la banca?

- Por una parte, sí, pero lo que más me motiva es poder emprender otro camino en mi vida. Es verdad que es un camino histórico en mi familia, pero yo he aprendido como concejal de base en el Ayuntamiento de Bilbao que aquí no te regalan nada. La vida te ofrece oportunidades, pero luego hay que currárselas. Y en el Santander me voy a dedicar al cien por cien, como lo he hecho en mi actividad política.

- Transmite cierto desapego hacia su familia de sangre...

- No, pero no ha sido decisiva en mi actividad política nunca. A mí nadie me ha regalado nada. En la vida he ido trabajándomelo todo, y así voy a seguir haciéndolo.

- ¿Qué va a hacer su esposa en México?

-Espero que pueda trabajar. Ella es ingeniera informática, y México es uno de los países que más demandan este tipo de formación. He tenido mucha suerte con ella, no solo en lo afectivo, sino también en mi labor.