Llevar o no bigote; depilarse las cejas, adelgazar, cambiar el vestuario. Parecen cuestiones menores cuando el mundo se estremece por la crisis económica, las guerras siguen haciendo estrago en África y el medio ambiente clama por una solución inmediata. Pero para los que pretenden gobernar el mundo, no lo son en absoluto.

Tanto o más que su discurso, la imagen de un político es un arma clave en la captación de votos. Las consultas de los asesores de imagen son mucho más frecuentadas por los políticos que la del médico de cabecera, especialmente en época de campaña.

Sin embargo, no todos acceden a esas "obligaciones" subsidiarias de sus cargos. El presidente del PP, Mariano Rajoy, se pronunció ayer sobre los cambios de imagen que han propuesto para él algunos estilistas en los últimos días y bromeó con que su cara tiene "difícil arreglo".

En cualquier caso, destacó que no se afeitará la barba en un futuro y estimó que los electores no votan a los dirigentes políticos por su aspecto físico. Totalmente en contra de esta postura conservadora se encuentra uno de los estilistas más renombrados de España, Ramiro Fernández, que recuerda al político gallego que "además de convencer, un político tiene que seducir".

Peluquero de la Selección Española de Fútbol, Fernández recomienda al líder del PP que busque "concordancia entre su peinado, su barba, vestido, figura y personalidad". No cree buena idea que se afeite la barba, porque sus electores están acostumbrados a verle así, pero sí que la cuide cada 20 o 25 días sin falta. "Rajoy tarda mes y medio en pasar por la peluquería y ese día aparece todo repeinado; los cambios bruscos no son adecuados, lo que tiene que hacer es mantener una imagen parecida pero con la barba y el pelo siempre arreglados", indica el especialista en psicoestética, una corriente que "aconseja y sugiere pero nunca impone".

El experto califica a los políticos, según su imagen como IPA (Imagen Personal Atascada) o IPI (Imagen Personal Impulsora). No lo duda, Rajoy es un ejemplo de IPA.

Como en otras cuestiones, la política norteamericana ha dictado muchas normas en este terreno. En épocas electorales, por ejemplo, en los debates televisados entre los candidatos a la Casa Blanca está pactado hasta el color de la corbata que llevará cada uno. Ramiro Fernández alaba el trabajo de los consultores de imagen de este país. "Conocen el enorme poder de la imagen y son un ejemplo a seguir", asegura Fernández.