Pedro Jiménez, el acusado del asesinato y violación de dos policías en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona), ha mantenido hoy su anterior coartada y, tras explicar que acudió al piso de las víctimas en busca de un paquete de droga, ha apuntado a unos "narcos" como autores del doble crimen.

Un tribunal popular juzga desde hoy de nuevo a Pedro Jiménez, condenado en el año 2008 a 83 años de prisión por el asesinato de las dos policías en prácticas en octubre de 2005, en una sentencia que el Tribunal Supremo (TS) anuló después por considerar que la causa debía haber sido juzgada por un jurado.

Desde la primera fila del público, los familiares de las dos policías nacionales torturadas y asesinadas en su piso del barrio de Bellvitge han vuelto a revivir el calvario de las víctimas y a enfrentarse a la declaración del procesado, más delgado y con un pelo corto que contrastaba con la larga melena que lució en 2008 en su primer juicio.

En su declaración ante el tribunal, Pedro Jiménez, que nuevamente afronta una condena de casi 103 años de prisión, ha mantenido su anterior versión exculpatoria y ha asegurado que acudió a casa de las agentes, sin conocer su condición de policías en prácticas, a recoger un paquete con droga y "un sobre lacrado con unos papeles", por encargo de un narcotraficante llamado Mustapha D.

Contundente y arrogante

Aunque en un principio ha dicho que prefería no contestar porque "ya se ha hablado mucho sobre ese tema", el procesado ha reiterado hoy que mantuvo relaciones sexuales "consentidas" con una de las agentes, Maria Aurora R.G., tras lo que se fue de su casa dejándolas allí "perfectamente".

Pedro Jiménez, que ha respondido a las acusaciones con contundencia y en ocasiones un punto de arrogancia, ha asegurado que ignora quién cometió el crimen, pero ha precisado: "Si he de inclinarme por alguien, supongo que el que vino después de mí".

Con esas palabras, Jiménez ha venido a incriminar, como ya hiciera en su anterior juicio ante un tribunal profesional, a un narcotraficante llamado Alex, que nunca ha podido ser identificado y que, según su relato de los hechos, acudió a la casa de las policías una vez él se hubo marchado.

Ese supuesto "camello" fue, ha añadido Jiménez, el que le entregó las tarjetas de crédito de las policías y un número secreto para que se cobrara 200 euros por el servicio prestado al narcotraficante Mustapha D.

El presunto homicida ha opinado, no obstante, que el doble crimen "no lo pudo hacer una sola persona", pero sin atreverse a lanzar acusaciones contra nadie más porque, ha afirmado: "Yo ya no me fío de nadie".

Defiende su inocencia

Pedro Jiménez ha sostenido hoy su inocencia y ha apoyado su versión exculpatoria en detalles del proceso judicial e incluso en declaraciones de testigos y peritos del anterior juicio, lo que ha provocado que la fiscal ironizara sobre su amplio conocimiento de la causa. "Sí, algo he leído de ella", ha afirmado.

El acusado ha rechazado los paralelismos que el ministerio público intentaba establecer entre el crimen de Bellvitge y otros robos con violación que figuran en su historial delictivo y ha respondido tajantemente: "creo que no hay un modus operandi exclusivo de nadie, la mayoría de robos en escaleras y violaciones se han hecho igual".

La fiscal ha puesto sobre la mesa una redacción que escribió en prisión Pedro Jiménez para un programa de rehabilitación de internos violentos organizado en la cárcel, en la que el procesado relata cómo, dejándose llevar por la ira, viola y acaba matando a una mujer.

"Ahí maximizo un delito que cometí", se ha justificado Pedro Jiménez, que ha acabado zanjando el interrogatorio con un tajante: "eso fue una ida de la olla y ya está".