Esta marea se les está haciendo "interminable" y "no pasan las horas" hasta que el próximo día 16 o 20 concluya en Mahé, en Seychelles, con la descarga del atún capturado en las aguas más convulsas del mundo en la actualidad, las del Índico. "A ver si entonces podemos dormir y decansar porque aquí es día siempre, noche y día", señala para describir la permanente tensión que provoca el temor a ataques piratas Juan Antón Ramírez Gamboa, el capitán bermeano del "Txori Aundi" que, como el resto de los atuneros vascos pero pabellón de Seychelles, llevan ya 20 días trabajando protegidos con cuatro agentes británicos de seguridad privada a bordo.

La misma protección probarán desde la próxima semana los 13 atuneros de pabellón español que faenan en el Índico, depués de que mañana salgan para la zona con su correspondiente armamento bélico 51 vigilantes privados españoles en un avión del Ministerio de Defensa.

La vida en el "Txori Aundi", relatan sus tripulantes, ha cambiado, y mucho, en los últimos 20 días. Han tenido que hacer ajustes de espacio para alojar a los cuatro nuevos ocupantes, fuertemente armados y con una impresionante presencia física, que "aún impresiona más cuando los vemos hacer sus entrenamientos por las mañanas".

Pero los marineros aceptan su nueva situación de buen grado porque de alguna manera tenemos que protegernos" de los piratas, "que pueden aparecer en cualquier parte y cada rato te llevas un susto porque ves algo en el radar que te pone en guardia".

Son las impresiones que trasladan el propio capitán y Francisco Javier Iglesias, el baionés que ejerce de contramaestre del atunero, de cuyos 28 tripulantes 14 son gallegos, tres vascos y el resto de Ghana y Senegal.

Los vigilantes privados hacen guardia permanente día y noche. "De día, los cuatro en distintos puntos del barco y, de noche, por turnos" y acompañados por las guardias de los propios marineros.

En lo alto del puente, sacos de arena para facilitar la protección y las acciones de los vigilantes, armados con revólveres y ametralladoras, según explica el capitán, con 28 años a la captura de atún a sus espaldas pero nuevo en estas singulares y casi bélicas circunstancias.

Pese a las precauciones y la ayuda del personal armado, en el barco "seguimos de noche con las luces apagadas, siempre con el motor en marcha y pendientes del radar", traslada el contramaestre gallego, para quien "ver a gente con armas a bordo no es normal ni agradable porque somos pescadores, que no estamos en una guerra sino para ganar el pan; yo llevo 23 años en esto y es la primera vez que me pasa algo así pero no hay otra forma de estar aquí".

El baionés, además, asegura que "ahora, con estos cuatro hombres en el barco estamos un poco más tranquilos y más seguros pese a la incomodidad, pero esto es una solución temporal; algo tendrán que hacer para acabar con esta situación porque si no, habrá que marchar o cambiar de caladero".

De momento, las capturas se han reducido, porque el atún está precisamente, en la zona donde hay más piratas, y, por ello, con lo único que sueñan es con acabar la marea "sin problemas" y que acabe el secuestro de los compañeros del "Alakrana".