La semana pasada, el Congreso aparecía semivacío. A pesar de que había votaciones, 53 diputados no acudieron al trabajo. Algunos se escudaron en las interminables obras de Madrid. Entre los ausentes, el portavoz del BNG, Francisco Jorquera, el del grupo socialista, José Antonio Alonso, y otros cinco diputados del PSOE, que se quedaron "con la puerta en las narices" sin poder votar. La tradición manda que el hemiciclo se cierre a cal y canto para quien llega tarde a las votaciones.

La escena fue seguida por periodistas y fotógrafos, y se vivió cuando los diputados ya abordaban las votaciones de la jornada, que en esta legislatura se realizan siempre de forma acumulada. Apurado y a la carrera, Alonso apareció por el pasillo cuando el presidente de la Cámara, José Bono, ya había enunciado el título del primer asunto sometido a la consideración del pleno. Junto a él, el presidente de la Comisión de Economía del Congreso, Antonio Gutiérrez, que le ayudaba a tratar de abrir la puerta. Vano intento.

Monsterrat Colldeforns, Gloria Rivero, Josep Santamaría y el diputado más novato de la Cámara, Pedro Sánchez, sustituto de Pedro Solbes en el escaño, también se agolpaban ante la puerta. En sus rostros, la frustración por no poder votar.

Como jefe de filas del PSOE, Alonso tuvo la idea de buscar un acceso alternativo, y desde el pasillo principal saltó hacia el que circunvala el hemiciclo, conocido en el Parlamento como la M-30. Tampoco logró entrar: esa segunda puerta también estaba cerrada, y bien cerrada, pese a los esfuerzos de Antonio Gutiérrez por abrirla.

Alonso trató de disculparse señalando que no había escuchado las sirenas que avisan con antelaciónde que va a celebrarse una votación.

No obstante, la ausencia de los diputados del PSOE no fue significativa en el panel de votaciones, porque faltaron hasta 53 diputados de varios grupos (votaron 297, cifra por debajo de la media). Entre ellos Rodríguez Zapatero, en Copenhague, y los demás miembros del Ejecutivo, salvo la ministra de Medio Ambiente, Elena Espinosa.