El futuro inmediato de Baltasar Garzón está en manos de Luciano Varela. El magistrado pontevedrés, instructor del caso que se sigue en el Tribunal Supremo contra el juez de la Audiencia Nacional por un presunto delito de prevaricación en la causa sobre los crímenes del franquismo, deberá decidir si archiva las diligencias o si, por el contrario, lleva a juicio y sienta en el banquillo al famoso y mediático jurista. El hasta ahora “intocable” Garzón, contra quien se llegaron a presentar decenas de querellas sin que nunca hubieran salido adelante, se encuentra contra las cuerdas: a merced de la decisión que adopte el que fuera magistrado de la Audiencia Provincial de Pontevedra y cofundador de Jueces para la Democracia. El mismo que el pasado mes de marzo, entonces en calidad de ponente de Sala, intentó sin éxito que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) le sancionara por vía disciplinaria por los pagos percibidos por el juez por las labores docentes en la Universidad de Nueva York.

Aquellos cobros finalmente no le pasaron factura a Garzón. Pero ahora se encuentra ante el trance más delicado de su trayectoria profesional. Y con Varela otra vez frente a frente. La insólita escena que se vivió este pasado miércoles en el Supremo -el juez de la Audiencia Nacional declarando como imputado y el jurista progresista pontevedrés dirigiendo el interrogatorio contra él - nada tiene que ver con las que ambos vivieron antaño: en un ambiente de cordialidad entre compañeros, Varela incluso llegó a presentar varias conferencias impartidas en Galicia por el magistrado español de mayor repercusión internacional, quien, ante estas coincidencias, incluso llegó a comentar ante el pontevedrés -y de forma distendida- que podría convertirse en su “presentador oficial”. Una de esas charlas fue la que Garzón protagonizó en junio de 1992 en el Club Faro de Vigo, dos años después de dirigir la histórica redada contra el narcotráfico que se bautizó como “Operación Nécora”. Un operativo policial en el, curiosamente, los destinos de estos dos magistrados también se cruzaron: Varela fue el primero en tomar declaración, en su época de juez instructor de Pontevedra, al arrepentido Ricardo Portabales. Pero remitió el caso a la Audiencia Nacional, convirtiéndose Garzón en el protagonista del primer gran golpe contra las bandas de narcos arousanas que operaban en las rías gallegas.

Trayectoría

Ahora, la trayectoría de estos dos magistrados de ambición profesional -el ahora imputado llegó a hacer carrera política y Varela fue el redactor de la Ley del Jurado- se encuentran de nuevo. Tras el interrogatorio del miércoles por la causa franquista -en el que según medios madrileños el instructor formuló a Garzón una decena de preguntas provocando en una de ellas la protesta de la defensa por su contenido “valorativo” -, Garzón está a merced de la resolución que adopte el pontevedrés. El mismo que como profesor ponía ejemplos de casos de Garzón para explicar a sus alumnos lo que no se debía hacer, según se llegó a relatar en medios judiciales. Ahora será él quien deba examinar una causa del “juez estrella”.