Los miembros de ETA Javier Arizcuren Ruiz, alias 'Kantauri', y Dolores López Resina, alias 'Lola', se negaron a participar hoy en el juicio que celebró hoy contra ellos por participar en este hecho, que quedó visto para sentencia.

Los dos acusados se identificaron como miembros de ETA y rechazaron contestar a las preguntas del fiscal Ignacio Gordillo, que elevó a definitiva su petición de 17 años de prisión para cada uno de ellos por un delito de detención ilegal bajo rescate. Solicita además el fiscal que 'Kantauri' y 'Lola' sean condenados a indemnizar al industrial, junto con los ya penados por este hecho Francisco José Ramada y Sagrario Yoldi, con 350 millones de euros, 150 por la cantidad pagada en concepto de rescate y otros 200 por los daños morales que sufrió su víctima.

Al inicio de la vista, celebrada ante la Sección Primera de lo Penal de la Audiencia Nacional, López Resina se dirigió al tribunal en catalán para definirse como "catalana y miembro de ETA". Afirmó no reconocer al tribunal que la juzgaba y terminó su intervención con un :'Visça Catalunya'.

'Kantauri', acusado de ordenar el secuestro, dijo ser también militante de ETA, calificó el acto de "teatro" y pidió a su abogada que no realizara defensa alguna durante esta vista.

DECLARACIÓN DE ALDAYA.

El primer testigo en comparecer ante el tribunal, presidido por el magistrado Javier Gómez Bermúdez, fue el propio Aldaya. Se trata de la cuarta ocasión en la que ha tenido que relatar su calvario ante un tribunal de la Audiencia Nacional.

Señaló que fueron tres las personas que el 8 de mayo de 1995 salieron de un vehículo que circulaba delante del suyo y le secuestraron, inyectándole una droga que le durmió y trasladándole hasta un minúsculo zulo, donde despertó y permaneció encerrado casi un año.

Recordó que sólo tuvo contacto con una persona, encapuchada, que era la que le suministraba la comida, y que durante su reclusión comió bien y dejó de fumar, si bien ahora ha vuelto a hacerlo. "Me quede medio loco", reconoció Aldaya ante el tribunal, agregando que sufre dolores en las caderas por las vueltas que daba diariamente por el zulo para evitar estar todo el día inmovilizado.

El 14 de abril de 1996, Aldaya fue liberado en un bosque y dice desconocer si alguien pagó un rescate para que este hecho se produjera. "Me he dedicado a trabajar y a olvidar", señaló a preguntas del fiscal. El abogado de la acusación particular renunció a realizarle pregunta alguna.

Tras Aldaya comparecieron varios testigos policiales implicados en la investigación del caso y los ya condenados Ramada y Yoldi. El primero se negó a declarar y la segunda dijo sufrir una enfermedad psíquica que la impide acordarse de nada de lo sucedido.

Según las conclusiones expuestas por el fiscal Gordillo, Kantauri' propuso en 1993 a Ramada que se integrara en el sector de ETA dedicado a la ejecución de secuestros y le facilitó, a través de un enlace, el dinero necesario para adquirir una nave industrial en el barrio de Venta de Irún (Guipúzcoa) en el que fue confinado el empresario.

Posteriormente Ramada y 'Lola' construyeron y acondicionaron en la nave industrial un zulo de tres metros y medio de largo, uno de ancho y dos de alto. Además, la etarra participó directamente en el secuestro, asaltando el 8 de mayo de 1995 el vehículo de Aldaya cuando volvía a su domicilio de Fuenterrabía (Guipúzcoa) junto a otros compañeros de comando y conduciendo al empresario hasta la nave tras encapucharlo y ponerle una inyección en un brazo.

El secuestro fue reivindicado por ETA mediante una llamada al diario 'Egin' que se produjo el 25 de mayo de 1995. El industrial fue liberado 341 días después en el Alto de Azcárate de Elgóibar (Guipúzcoa), una vez que la familia y su empresa, Alditrans, pagaran "una cuantiosa suma de dinero no exactamente determinada pero no inferior a 150 millones de pesetas", según la Fiscalía.