LOGOPEDIA

«Pitina» y «Tocolate»: ¿Hablar(les) mal está bien?

Los adultos no debemos imitar o fomentar los errores de pronunciación de los niños ya que «somos su modelo a seguir» y «no contribuirá a estimular su desarrollo lingüístico», pero sí es recomendable usar «frases cortas y directas y un vocabulario adaptado» e, incluso, agudizar el tono de voz

«Pitina» y «Tocolate»: ¿Hablar(les) mal está bien?.

«Pitina» y «Tocolate»: ¿Hablar(les) mal está bien?. / ENVATO ELEMENTS

María Bueno

María Bueno

Vigo

— «¡Es que crecen tan rápido!».

El otro día, cuando una amiga se lamentó de que su hija ya pronunciaba correctamente la palabra ‘osito’, en lugar de seguir diciendo ‘otito’, me acordé de una frase que escuché en la voz del psiquiatra Alexandre García Caballero: «La crianza es un proceso de sucesivos duelos». Impacta porque retrata muy bien la contradicción que abruma a las familias desde el mismo momento en el que deciden serlo: por un lado, esperan que sus hijos avancen y den pasos adelante hasta alcanzar la autonomía; por el otro, es habitual experimentar nostalgia ante la fugacidad del tiempo en la crianza.

Quién no se enternece al escuchar a un niño decir ‘tocolate’ en lugar de chocolate o ‘pitina’ en lugar de piscina. La propia cultura popular aprovecha este fenómeno para emocionarnos como espectadores. Y es que nada como la voz de un niño para arrancarnos a todos ese «¡ohhhhhh!» al unísono tanto dentro como fuera de los sets de grabación. Pero ¿y si esa morriña por las distintas etapas del crecimiento, incluida la transformación del lenguaje, está influyendo en el desarrollo de los pequeños? ¿Y si, sin darnos cuenta, estamos ralentizando o entorpeciendo su proceso porque nos conmueven sus errores? 

«Es habitual que conozcamos casos en los que nosotros, como adultos, hablemos a los niños y a las niñas con diminutivos, onomatopeyas o palabras que ellos mismos se han inventado como ‘pon’ (camión), ‘ne’ (otra vez) y ‘tete’( chupete)», describe la logopeda Ana Belén Diz Paseiro, que al ser preguntada por los posibles inconvenientes de esta práctica, recuerda que «aprendemos a hablar por imitación», y concluye: «Si nosotros somos sus referentes, hablarles de esta forma no servirá de ayuda para estimular su lenguaje». 

Con todo, aclara que «utilizar de forma puntual palabras como ‘perrito’, ‘yaya’ o ‘tete’ no va a ser el detonante de un problema en el desarrollo del habla, especialmente en el caso de niños que no tienen dificultades añadidas». 

La logopeda Ana Belén Diz.

La logopeda Ana Belén Diz. / FdV

«Los libros cantados les ayudan mucho. Son muy visuales, nos permiten poner voz cantarina y, además, riman»

Ana Belén Diz

— Logopeda

Vocabulario adaptado, frases cortas y ‘baby talk’

Cosa distinta a infantilizar en exceso el lenguaje es, matiza la experta, «usar un vocabulario adaptado a la edad del niño o la niña», algo que aconseja con énfasis al lado del empleo de «frases cortas y directas» así como de «gestos faciales o corporales que apoyen la comunicación». En el mismo sentido, subraya que será también fundamental «permitirles que se expresen, dándoles su tiempo, sin insistirles en que repitan palabras que no dicen correctamente»: «Presionarles es contraproducente, lo que va a hacer el niño es frustrarse y huir; y además entraríamos ya en posibles problemas de autoestima». 

Cosa distinta a los errores en los sonidos del habla es también el tono empleado y es que la investigación sí parece respaldar los efectos positivos de que los adultos agudicen su voz, apuesten por un ritmo más pausado y enfaticen la sonrisa y la mirada para acompañar sus frases.

Diversos estudios apuntan que esta práctica, conocida como baby talk’,presenta ventajas a la hora de captar la atención de los bebés, ayudarles a aprender a entender lo que se dice e, incluso, prepararles para producir sus propios sonidos. «Hay muchas recomendaciones: desde agacharse y ponerse a la altura del niño para hablarle hasta apoyarse en algún signo intuitivo. Los libros cantados, como la colección Lúa de Antonio Rubio (Kalandraka), les ayudan mucho porque son muy visuales, permiten que los adultos pongan voz cantarina y, además, riman», completa Diz. 

¿Cuándo hay un problema?

«En general, los niños empiezan a emitir sus primeros sonidos a los pocos meses de su nacimiento y a decir sus primeras palabras entre los 15 y 24 meses», según explica la logopeda sobre un proceso en el que «algunos de los errores más comunes están relacionados con los sonidos del habla, el desconocimiento de vocabulario o la dificultad a la hora de elaborar frases completas». Entre los primeros, los denominados ‘Trastornos de los Sonidos del Habla’ (TSH), se encuentran consonantes difíciles de pronunciar como ‘r’, ‘rr’, ‘ch’, ‘ll’, ‘j’; sonidos consonánticos agrupados como ‘tr’, ‘pl’, ‘br’; o sonidos vocálicos complicados como hiatos o diptongos. 

«El ceceo y el seseo son muy comunes cuando son pequeñitos; y la rotación, relacionada con la r, es también muy habitual», remata la profesional, que puntualiza que lo habitual es que las «dificultades del lenguaje asociadas a hitos evolutivos mejoren con el proceso de desarrollo normal del niño». Sin embargo, muchos otros «pueden deberse a problemas orales, orgánicos o auditivos así como a trastornos del neurodesarrollo», factores que requerirán de la intervención profesional. En esta línea, aconseja: «La mejor forma de conocer si estamos ante un proceso normal del desarrollo o una dificultad que requiera intervención será siempre asesorarse con un/a logopeda». 

Con amplia experiencia en su ámbito, Diz Paseiro nos pide añadir un párrafo para alertar sobre el impacto negativo que la explosión del uso de pantallas está teniendo en el desarrollo del lenguaje de nuestros pequeños: «Los dispositivos electrónicos no dan respuesta al motivo de interacción del lenguaje, lo que limita la intención comunicativa de los ‘peques’ y da lugar a dificultades en la comprensión y la fluidez de la comunicación», desglosa e insiste: «Los niños y las niñas necesitan interactuar con su entorno y con las personas que les rodean». 

Principales hitos de desarrollo del lenguaje

Existen una serie de hitos del desarrollo del lenguaje que pueden orientarnos a la hora de detectar posibles señales de alerta. Sin embargo, la experta nos dice que «no todos los peques se desarrollan al mismo tiempo y no por ello tienen que requerir necesariamente de una intervención» y nos anima a «evitar comparaciones que no servirán de nada más que para preocuparnos y frustrar a nuestros hijos». En este sentido, aconseja: «Ante cualquier duda, lo ideal es siempre una valoración por parte de un especialista o un equipo multidisciplinar».

  • Aproximadamente a los 12 meses ya existe balbuceo, comprenden palabras familiares y sus vocalizaciones son más precisas.
  • A los 18 meses imitan onomatopeyas y comprenden órdenes verbales sencillas. Utilizan el señalado para llamar la atención o solicitar algo.
  • A los 24 meses empiezan a decir palabras o frases cortas de forma espontánea. Utilizan el «No» como protesta. Saludan y se despiden.
  • A los 30 meses pueden aparecer interrogativas y comienza una etapa de expansión gramatical donde irán presentándose estructuras más complejas en sus producciones verbales y dominando mejor la producción de los sonidos.
  • Las últimas adquisiciones de los hitos básicos del desarrollo del lenguaje suelen producirse hacia los 7-8 años, lo cual no indica que su desarrollo esté finalizado. 
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