El contenedor marrón se generaliza en Galicia para «cerrar el círculo»
17 instalaciones y 45 millones: la red de infraestructuras con la que Sogama da soporte a los concellos en la recogida diferenciada de la fracción orgánica

Planta de compostaje de Vilanova de Arousa. / Sogama
Los gallegos nos hemos familiarizado ya con el contenedor marrón, la última incorporación al servicio de gestión de residuos de nuestras calles en el que los ciudadanos depositamos la fracción orgánica para su posterior aprovechamiento como compostaje y abono natural.
Mientras que en los principales núcleos de población, en los que predominan los edificios lineales, el contenedor marrón constituye la herramienta fundamental para hacer acopio de la fracción orgánica, en otros casos se ha optado por el compostaje comunitario, siendo habitual que, en los ayuntamientos rurales con una población muy dispersa, el compostaje doméstico constituya la modalidad predominante.
Ya sea en forma de compostaje industrial, comunitario o doméstico, la recogida diferenciada de la materia orgánica se está generalizando en la comunidad con importantes ventajas en la reducción de generación de residuos y emisión de gases contaminantes. Un logro de todos — administraciones y ciudadanos— no exento de desafíos, que ha requerido el despliegue de una importante red de infraestructuras así como de programas de divulgación y formación. sofa
Red industrial: proximidad y eficiencia en la gestión de residuos
Desde el 31 de diciembre de 2023, los concellos están obligados por ley a implantar en sus términos municipales la recogida diferenciada de la materia orgánica. Si bien se trata de una competencia municipal, la Xunta, a través de la Sociedade Galega do Medio Ambiente (Sogama), quiso ayudar a las entidades locales a cumplir con la legislación vigente.
Con tal fin, habilitó una red conformada por 17 instalaciones. Esto es: 4 plantas de biorresiduos -una por provincia- (Cervo, en Lugo; Cerceda, en A Coruña; Vilanova de Arousa, en Pontevedra; y Verín, en Ourense) y 13 plantas de transferencia de apoyo en las que, además de trasvasar, de forma diferenciada, los materiales del contenedor amarillo y genérico, disponen de una tolva específica para la materia orgánica, que luego recibe tratamiento en planta.

Mapa de instalaciones de compostaje industrial en Galicia. / SOGAMA
De este modo, el gobierno gallego ha conseguido que la práctica totalidad de los ayuntamientos adheridos a Sogama (295) dispongan de una planta de biorresiduos o de transferencia a menos de 50 kilómetros de distancia; circunstancia que, además de representar un ahorro de costes para los entes locales, refuerza el principio de proximidad en la gestión de residuos, disminuyendo las emisiones de CO2 al verse reducido el transporte por carretera.
Las cuatro plantas de biorresiduos integran las distintas fases del proceso de compostaje de los residuos orgánicos: desde el pretratamiento y la fermentación, hasta la maduración y el almacenamiento, así como los correspondientes tratamientos de aire y de aguas, haciendo uso en todo momento de las últimas tecnologías disponibles, tanto de procesado como de control de olores y ruido. Además, una parte de las mismas es autosuficiente desde el punto de vista energético al disponer de paneles solares fotovoltaicos.
Cómo usar el contenedor marrón
El contenedor marrón está destinado a la materia orgánica — restos de alimentos, jardinería— para su posterior aprovechamiento como abono o energía. Para que funcione, el 95% de los materiales deben ser compostables, lo que incluye las bolsas de basura. En el siguiente enlace web, puedes consultar cómo usar el contenedor marrón.
23.100 compostadores: una práctica histórica del rural, en clave moderna
Además de dar soporte a la gestión de residuos del contenedor marrón (compostaje industrial) con una red de infraestructuras única, Sogama lidera en Galicia desde hace años un programa de autocompostaje al que actualmente están adscritas 483 entidades (233 ayuntamientos, 218 centros educativos y 32 colectivos sociales). Entre las mismas, esta empresa pública ha repartido de forma gratuita más de 23.100 compostadores, además de impartir formación presencial y editar material didáctico y divulgativo de apoyo para guiar la operativa.
Con esta dinámica, orientada a viviendas unifamiliares que dispongan de terreno (huerto, jardín y/o tierras de cultivo) en el que aplicar el compost resultante, se recupera una práctica tradicional en el rural gallego como es el aprovechamiento de la materia orgánica para alimento del ganado y/o elaboración de compost, pero de una forma más moderna, cómoda, higiénica y eficiente.
Teniendo en cuenta que los restos orgánicos representan, en la composición media de una bolsa de basura doméstica tipo, en torno al 37-40%, si éstos se reciclan en origen, se evita su depósito en los contenedores de las calles, con el consiguiente ahorro de costes en la recogida, transporte y tratamiento final. Adicionalmente, las familias obtienen un fertilizante natural de primera calidad con el que, además de nutrir el suelo, también lo protegen frente a plagas y enfermedades.
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