Ni el que pudo ser un “Audiogate”, como se refiere algún politólogo a la sucesión de audios vinculados a supuesta corrupción y presunto cobro de comisiones a empresas y constructores durante la campaña electoral, ni la continua asociación de su nombre a denuncias en el juzgado y en la Fiscalía han sepultado a Gonzalo Pérez Jácome en el limbo del olvido político. Todo lo contrario: Democracia Ourensana fue una de las grandes triunfadoras de la noche electoral gallega del 28-M al romper su propio techo y erigirse con el mayor número de ediles de la tercera ciudad de Galicia –aunque la posibilidad de gobernar de Jácome esté en el aire y dependa de la abstención de la oposición o de un apoyo inesperado–. Las encuestas no preveían el ascenso, aunque se reservaban la duda de que pudiera retener la llave de la gobernabilidad. Sin embargo, hay posibles explicaciones al sorpasso de Jácome y él mismo ofreció la clave que puede explicar en parte por qué sucedió cuando se mostró convencido, en una entrevista a este diario, de que los audios le iban a dar “más votos” al ver la gente que “es una caza de brujas”.
Con su diagnóstico coinciden algunos de los expertos en análisis político consultados por este diario, que ponen el foco sobre la atención mediática percibida durante toda la campaña por el candidato de Democracia Ourensana –como ironiza Miguel Anxo Bastos, “es mejor que hablan mal a que no hablen”– y en el relato de “victimismo” que Jacóme supo construirse, en el que ven paralelismos con Donald Trump, aspectos que suscribe el politólogo Pablo Vázquez Sande. Además, captaría un apoyo “por descarte”, apunta el profesor de Comunicación Electoral de la UVigo Xosé Rúas, y un voto “antisistema” que capitaliza la creencia de que votarlo a él es votar” contra los líderes tradicionales, como indica la profesora de Ciencias Políticas Paloma Castro.
Para Vázquez Sande, doctor en Comunicación Política y director de Atalaya Comunicación, los resultados de Jácome “pueden interpretarse” a partir de tres claves. Por un lado, dice, serían un “claro ejemplo” de “efecto underdog”, que se da al apoyar a un candidato que va por detrás en las encuestas “al que se quiere favorecer con una actitud, podríamos decir, de compasión”. A eso añade “un discurso con un toque victimista en relación al tratamiento recibido en los medios”, de modo que “se construye un relato de candidato o político antisistema desde dentro del sistema”. Ahí ve, como Miguel Anxo Bastos, que menciona el mismo fenómeno, “cierto paralelismo con lo que pudo hacer Donald Trump” en su país hace unos años. Pero habría una tercera pata: el propio candidato y la “personalización máxima” que supone. “Cuenta con un partido hecho a su imagen y semejanza y con un altavoz propio al tener sus propios resortes de comunicación”, explica Vázquez, quien asimismo considera “innegable” que posee “un estilo de comunicación y de gestión único” y los ourensanos parece haber premiado esa “autenticidad”.
Víctima
Las reflexiones del politólogo, profesor y economista Miguel Anxo Bastos van en la misma línea, aunque prioriza el hecho de que “hace un mes que le hacen campaña todos los medios”, porque la campaña, alega, “es que hablen de ti” y ese fue el caso, sin olvidar el voto oculto. Además, Jácome aprovechó para trasladar una idea de “conspiración” en su contra, un discurso de “víctima”, señala, como un “Trump” de aquí. Enfrente, añade, tenía a políticos que “tampoco” podían hablar “mucho” de “regeneración” y Jácome tiene “dotes” para “sintonizar mejor con lo que la gente quiere” y lo hace en un lenguaje popular.
Xosé Rúas, concejal del PSOE en Ourense y profesor titular de Comunicación Electoral en la UVigo, coincide con Bastos en que “le salió bien el victimismo y la teoría de la conspiración”. En calidad de experto en el tema, considera que han sido varias circunstancias, “un poco la tormenta perfecta”, las que se dieron cita. “La opción política es una opción de comparación”, sostiene, y “por descarte” la gente llega al candidato que cree “menos malo”. Alega, en alusión a los rivales, que es un “error” pensar que la sociedad de Ourense sigue siendo “la misma” que cuando gobernaron y enfatiza que Jácome dio “pan y circo”, a través de medidas como el bono comercio, las fiestas o las obras de humanización.
Paloma Castro, profesora de Ciencia Política y Administración en la USC, alude a cómo “algunos nuevos liderazgos” en política “se están construyendo como contraliderazgo” que “desafía” a las instituciones tradicionales. “Es es Jácome. No es un líder, no hace grandes políticas, pero es efectivo en su administración, en su gestión y en su construcción negativa del voto”, alega. “El votante de Jácome vota contra los demás, vota al friki, burlón, déspota y desafiante, no porque reconozca esas cualidades como atributo de un liderazgo cívico, sino porque cree que desde esa posición vota contra los lideres tradicionales