Con las elecciones autonómicas en el horizonte, los comicios generales de este domingo han dejado un retrato electoral de la Galicia después del bipartidismo. Al proceso de cambio de voto en función de la edad se superpone el de la territorialización, es decir, la distribución de los sufragios de forma irregular a lo largo de Galicia, dependiendo de si se trata de ciudades, municipios medios o localidades más rurales.

El PP comienza a vivir en sus propias carnes el carácter eminentemente urbano de la "nueva política" que, ya sea en forma de En Marea o Ciudadanos, ha emergido en las dos citas con las urnas de este año 2015. A Coruña, Ferrol, Vigo y los municipios más próximos, muchos de los cuales son meras ciudades dormitorio, se convierten en la principal flaqueza de los conservadores que, pese a mantenerse como fuerza más votada en algunos casos, obtienen los porcentajes de apoyo más bajos del país.

Los populares mantienen su bastión en zonas del interior, especialmente en la provincia de Ourense, lo cual no ha impedido que En Marea pudiese finalmente hacerse con un escaño. La candidatura de "confluencia" de la izquierda, que suma a Podemos, Anova y Esquerda Unida, contó con resultados reseñables en algunas zonas del interior de la comunidad, como el entorno de Monforte o Cervo, en A Mariña, donde alcanzan más de un 30% de los sufragios, uno de los mejores resultados de la comunidad gallega.

El caladero de voto de esta coalición, sin embargo, se encuentra en las ciudades y sus áreas metropolitanas. Vigo es el paradigma, convirtiéndose en primera fuerza muy por encima del PP. En A Coruña o Ferrol, En Marea quedó a unos cientos de votos de los populares, pero con porcentajes superiores al 30%.

Los socialistas, por su parte, también han sufrido las consecuencias del vuelco político en Galicia, si bien mantienen una distribución del voto más equilibrada que el PP a lo largo de la comunidad. Sus altos porcentajes de voto, eso sí, comienzan a bascular hacia los municipios medianos y pequeños y cada vez están más lejos de las zonas urbanas. La parte oriental de la provincia de Lugo fue el área donde mantienen las mayores posiciones de fuerza en la comunidad. Fue en esta zona, en el municipio de Pedrafita do Cebreiro, donde obtuvieron el mejor porcentaje de votos, alcanzando un 53,04% de los sufragios.

La otra novedad de la jornada fue Ciudadanos, que obtuvo un diputado por A Coruña. Los de Albert Rivera se nutren principalmente del apoyo de las ciudades, siendo el entorno de A Coruña el que le dio las mayores cuotas de respaldo electoral.

El BNG -que en estos comicios concurría bajo el paraguas de la coalición nacionalista NÓS-Candidatura Galega- también padece las consecuencias del cambio en el comportamiento electoral. Pese a ser las ciudades sus principales bastiones hace décadas, los nacionalistas han sido barridos prácticamente de todas las urbes, quedando relegados a ciertos municipios medios de la costa y del interior. Al igual que al PP, allí donde En Marea más fuerza ha tenido peor le ha ido al BNG.

El Partido Popular continúa siendo la primera fuerza más votada en Galicia pero las elecciones de este domingo evidencian su desgaste en las áreas de población más urbanas. Los populares registran su peores cifras de apoyo en las grandes ciudades y sus áreas metropolitanas.

El ejemplo paradigmático es Vigo, donde En Marea, la fuerza más votada, obtuvo 11.000 votos más que los populares. En A Coruña, la candidatura de confluencia quedó a unos cientos de votos de los populares, si bien en municipios próximos como Cambre o Arteixo fue En Marea quien se alzó como más votada, obteniendo el PP algunos de los resultados más bajos de Galicia.