La imagen ganó ayer el protagonismo a la palabra en el mitin central del PP en Galicia, celebrado en A Coruña. Todos las miradas se centraban en el rostro del aspirante conservador a presidir el Gobierno, Mariano Rajoy, que llegaba a la ciudad herculina tres horas después de la agresión sufrida en Pontevedra.

Sin gafas, rotas en el incidente, y con un visible traumatismo en el rostro, el candidato popular apareció en un abarrotado auditorio que lo recibió con gritos de "presidente" acompañado del líder del PP de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, el número uno por la provincia de A Coruña al Congreso, Miguel Lorenzo, y el presidente local de la formación, Carlos Negreira, así como por la ministra de Fomento y número uno por Pontevedra, Ana Pastor.

Durante su discurso, Rajoy no realizó ninguna alusión explícita a la agresión, a excepción de lo que se entendió como una velada referencia final: "Los gallegos somos gente tranquila, gente seria, lo cual no quiere decir que no tengamos eso en lo que están pensando todos los que estamos aquí".

El jefe del Ejecutivo ha querido quitar hierro al asunto e incluso ha recurrido a la ironía al inicio del acto asegurando que él empezó pegando carteles electorales en Pontevedra, su tierra natal, y ahora aún se "pegan", un comentario que ha provocado las risas de su auditorio. "Empecé de militante de base, pegué carteles y muchos cuando se pegaban. Y aún ahora se pegan en la provincia de Pontevedra. Muchos", afirmó textualmente, para hacer un repaso de todos los cargos que tuvo a lo largo de su vida en el Partido Popular.

Finalmente, Rajoy aseguró en A Coruña que él se encuentra "estupendamente" y "mejor" que hace cuatro años, "más convencido de las posibilidades" de España, "con más fuerza y con más ilusión". Y necesito que me apoyéis para ganar las elecciones el próximo domingo".