Cero diputados. Ni en el peor de los escenarios posibles previstos por los sondeos la hecatombe llegaba a borrar de un plumazo la resaca de las mareas y su confluencia con Podemos del Parlamento gallego, donde hace cuatro años, aliadas con Anova y Esquerda Unida, despuntaban como segunda fuerza política con más de 273.000 apoyos y que en su versión local llegaban a gobernar tres ciudades. Ayer, con casi el 99% escrutado, la denominada izquierda rupturista que apeló al municipalismo para convencer, apenas conseguía superar los 50.000 sufragios. Por el camino, se quedaron el 80% de los apoyos y el resultado, en palabras de Antón Gómez-Reino, el candidato de la coalición de Galicia en Común-Anova Mareas a presidir la Xunta, es un "fracaso" y, además, "inesperado".

"Los resultados son evidentemente un fracaso para nuestro espacio político", admitía ayer junto a los cabezas de lista de su formación. "Son unos malos resultados sin paliativos", insistió, y tampoco "son buenos para Galicia". "Lo que nos da más pena", señaló, "es no poder haber colaborado de mejor forma para acabar con la mayoría de Alberto Núñez Feijóo", en línea con lo que defendió hasta el último momento la coalición: sumar para poder conformar un gobierno de progreso desde la oposición. De hecho, por la tarde no daban la batalla por perdida y pensaban que uno o dos escaños podían "decantar" el rumbo.

Gómez-Reino, quien se va a tomar un tiempo de reflexión, lo mismo que la coalición, ve el varapalo atribuible a "múltiples" causas, entre las que incluye las relacionadas con la "ola" que arrastró al BNG a un resultado como el que ha tenido, que más que triplica su presencia. Admite además que "probablemente" haya tenido "mucho que ver" el posible "desencanto" de votantes que confiaron en el espacio político en 2016. Toca una "reflexión profunda", asegura, para analizar las causas, pero en todo caso, afirma asumir el resultado "en primera persona".

Pablo Iglesias hacía una lectura en clave estatal y reconocía ayer desde su cuenta de Twitter que su "espacio político ha sufrido" una "derrota sin paliativos". "Perdemos buena parte de nuestra representación en el Parlamento Vasco y quedamos fuera del Parlamento de Galicia. Nos toca hacer una profunda autocrítica y aprender de los errores que sin duda hemos cometido". argumentaba.

El mensaje repetido hasta la saciedad por Antón Gómez-Reino y sus aliados de un Gobierno para las personas a ejemplo de lo que se está haciendo, como defendía, en política estatal, no bastó para movilizar al electorado: 223.000 votantes se esfumaron si se compara la cifra con los datos que en los anteriores comicios autonómicos conseguía la alianza del partido instrumental de En Marea.

Si los datos se comparan con los que obtuvo la formación, o sus alter ego, en las elecciones generales al Congreso de las últimas temporadas, se ve una evolución a la baja. En 2015 la alianza de Podemos y En Marea conseguía 410.698 votos, uno de cada cuatro, y seis escaños. En 2016, ya se dejaba tres puntos por el camino y bajaba hasta los 347.000 sufragios. El año pasado, en la primera cita electoral, con EU y Podemos, los apoyos se reducían al 14% y a 238.000 papeletas y en la segunda, al 12,65%, y 188.000.