El relevo generacional de Xosé Manuel Beiras, Francisco Rodríguez o Anxo Quintana comenzó a fraguarse de forma casual en Cuba. En 1997 coincidieron allí jóvenes gallegos que dejaban atrás la adolescencia y daban sus primeros pasaos universitarios para participar en el Festival Mundial de la Juventud. El billete les costó algo más de cien mil pesetas y en la isla se conocieron cuatro chicos llamados a tomar las riendas del nacionalismo cuando creciesen. Se trataba de Mariño Noriega, Rubén Cela, Carlos Callón y Ana Pontón. El primero abandonó el BNG de la mano de Beiras y gobernó Santiago, mientras el segundo forma parte del grupo frentista en el concello. El tercero presidió A Mesa pola Normalización Lingüística y fue candidato por NÓS-Candidatura Galega al Congreso. La última fue elegida a finales de febrero de 2016 portavoz nacional del Bloque y desde el 12 de julio liderará la oposición en el Parlamento de Galicia.

La suya es una carrera tan ortodoxa como su discurso. Coherente desde que en Sarria, donde nació en 1977, comenzase a cuestionarse por qué a algunos familiares les parecía más bonito el acento castellano y el idioma de Cervantes que la lengua propia. Una vez le picó la curiosidad, comenzó una trayectoria propia de un canterano del Bara que llega a lucir el brazalete del primer equipo, solo que su liderazgo no se produce en época de bonanza, sino en el peor momento del BNG desde los años ochenta, con la sombra de perder incluso su grupo parlamentario en la Cámara gallega.

En el nacionalismo se señala como uno de los culpables del alicaído estado del Bloque a la huida de Xosé Manuel Beiras de la asamblea de Amio. Paradójicamente, la actual líder frentista recuerda todavía el mitin que ofreció el veterano político en Sarria cuando ella se iniciaba como militante en Galiza Nova, la organización juvenil del BNG a la que se afilió con 16 años. Un lustro después, se estrenó en un acto de esa fuerza en vísperas del Día de Galicia como número dos precisamente de Rubén Cela, entonces secretario xeral de Galiza Nova.

Poco después, concluiría sus estudios y se licenciaría en Ciencias Políticas, siendo habitual en los ambientes nacionalistas, costumbre que no ha perdido con el paso de los años. De hecho, es habitual coincidir con ella en lugares emblemáticos de Santiago como O Dezaseis, donde elige Amandi como tinto y Albariño entre los blancos. Cómo no, formó parte de los Comités Abertos da Facultade (CAF), la rama nacionalista de las organizaciones estudiantiles universitarias en Galicia.

Seria y con un discurso ortodoxo en el que huye de frivolidades, pero también de sorpresas y riesgos, quizás por su militancia en la Unión do Povo Galego (UPG), la fuerza hegemónica dentro del Bloque, baja la guardia en la distancia corta, donde se muestra más cercana, aunque siempre alerta ante los periodistas. Quienes la conocen insisten en su perseverancia y tesón como claves de su carácter. "Es de fiar y, además, no se achanta", la define un amigo.

En 2004 accedió con 26 años al Parlamento, relevando a una histórica como Pilar García Negro. En la Cámara sigue desde entonces y en ella se mantendrá previsiblemente otros cuatro años. Curiosamente, toda su trayectoria está vinculada al hemiciclo, pues nunca ha tenido responsabilidades ejecutivas en el ámbito autonómico, tras la experiencia del bipartito, o municipal. Su primera intervención tuvo lugar sobre un plan de empleo juvenil. Seguramente, la sucribiría casi al 100%.

Celosa de su vida privada, tiene una hermana y es una excelente pandereteira. "Una crack", según alguna compañera. En youtube pueden escucharse temas del grupo que formó con sus amigos de Sarria y en el que también cantaba, llamado Dirindainas. Lo dejó hace un par de años. Quizás por su gusto por la percusión tiene a Xabier Díaz como uno de sus músicos de cabecera, junto a Guadi Galego, Uxía Senlle o Ugia Pedreira. Referentes generacionales, como estaba ella destinada a ser dentro del nacionalismo a tenor de su trayectoria. También disfruta de NAO y del tema que, con Mini, ilusionó a sus bases en las generales. Pero se aleja de los tópicos y reconoce su vena eléctrica con preferencias por Wilco y Neil Young.

Amante del yoga y de correr, su retranca aflora en privado y pocas veces en público. Por ello, reconoce como una de sus películas favoritas La vida de Brian, cuya secuencia sobre las ramificaciones de fuerzas contra la ocupación romana sirven de metáfora del nacionalismo gallego. También le gustan Matrix o el documental de Eloy Domínguez No Cow on the ice.

La primera mujer que toma las riendas de una de las cuatro principales fuerzas políticas de Galicia llegó a su puesto en un momento crítico para el BNG, que después de afrontar un relevo generacional del partido se ha concretado en las elecciones de Galicia del 12 de julio situando a la formación nacionalista como primera fuerza de la izquierda con el mejor resultado en escaños de su historia, al conseguir 19 escaños, uno más que el techo electoral cosechado en 1997. Precisamente, aquellas fueron las primeras autonómicas en las que Pontón pudo votar.