Galicia será la única comunidad gobernada con mayoría absoluta. Esta es la gran hazaña de Alberto Núñez Feijóo. Más que conseguir su tercera victoria y asegurar al PPdeG cuatro años más al frente de la Xunta, que ya es todo un éxito. Feijóo logra lo que parecía imposible desde el inicio del declive del bipardistimo en España.Y lo hace además sin desgastarse. Repite con 41 diputados y crece dos puntos en porcentaje de votos, al sumar casi el 47,5% de las papeletas depositadas ayer en las urnas. Cerca de 676.000 gallegos votaron al PPdeG.

Ocho años de gestión en plena crisis económica, con su partido debilitado en Madrid y salpicado por la corrupción, no han hecho mella en Feijóo, que no pierde ni un escaño. Su victoria es incontestable, y su liderazgo político traspasará las fronteras del Padornelo.

64 de cada cien electores acudieron ayer a las urnas, con un porcentaje de participación, sin contar el voto emigrante pendiente de recuento, similar al de hace cuatro años, si no tenemos en cuenta tampoco la participación de la diáspora. Es decir, a los gallegos el acudir a las urnas por tercera vez en diez meses no le ha supuesto hartazgo, y no ha crecido la abstención.

Por primera vez el PP gallego tenía un rival que entraba directamente en su caladero de votos, el de centroderecha. El PPdeG le tenía respeto al daño que le podía inflingir Ciudadanos, pero el partido de Albert Rivera no acaba de encontrar su hueco en Galicia, y se queda sin representación. Los casi 134.000 votos que recabó Rivera en los comicios generales del 26-J se han reducido a poco más de 45.000 papeletas, y menos del 3% de los votos totales, y no se han traducido en escaños.

Ciudadanos apostó por una candidata desconocida, Cristina Losada, y carecía de estructura organizativa en Galicia. Basó su campaña en su líder estatal, y no fue suficiente. Admitió desde el principio que apuntalaría a Feijóo si éste perdía la mayoría absoluta, y la sociedad gallega decidió que el actual presidente de la Xunta no necesitaba ser "controlado", como proponía Rivera.

El 25-S solo ha servido para reordenar la correlación de fuerzas en la oposición, pero tampoco para aclararlo en demasía. Socialistas y En Marea se disputaban el liderazgo de la oposición. Ahora empatan en escaños, pero los segundos superan por poco más de un punto en votos a PSdeG.

La diferencia es que los socialistas están a la baja. Pierden cuatro escaños con respecto a 2012 y además cosechan el peor resultado de su historia. El suelo estaba en los 15 diputados de 1997, cuando los socialistas fueron en coalición con EU. Un candidato desconocido, elegido en primarias por la mitad de la militancia hace apenas cuatro meses, un partido fracturado por la composición de las listas ayudan a explicar el resultado, pero es que además el PSdeG lleva ocho años en la oposición sin proyecto definido y sin liderazgo claro.

En Marea, el partido nacido este verano fruto de la unión de Anova, las Mareas locales, EU y Podemos, logra cuatro escaños más que AGE, su antecedente, en 2012, y cinco puntos más en porcentaje de votos, pero no toma distancia con claridad del PSdeG. No irrumpe con fuerza como segunda fuerza de O Hórreo. Y sobre todo no ha logrado erosionar al PPdeG. Y desde las generales de junio, ya ha perdido tres puntos en porcentaje de voto.

Un candidato, igual que en el PSdeG desconocido para la mayoría, y la pelea en las vísperas de las elecciones por el control del nuevo partido, pueden explicar el resultado de ayer, que no cumple las expectativas de la propia En Marea. No les ayudó tampoco la irrupción poco afortunada de Pablo Iglesias, en la segunda semana de campaña, para hacer estallar en público su enfrentamiento con Errejón desde tierras gallegas.

El BNG pierde un diputado y casi dos puntos en porcentaje de voto, pero las encuestas pintaban tan mal, que ayer por la noche en la sede de la formación nacionalista respiraban con cierto alivio. Estaban con el agua al cuello, pues los sondeos apuntaban que podrían convertirse en una formación solo con peso en las provincias atlánticas y desaparecer de Ourense y Lugo. Eso sí, la formación frentista que en 1995 llegó a ser la segunda fuerza de la Cámra, ahora es la última. Su consuelo es que se ven en condiciones de iniciar la remontada. En las generales de junio, cuando se quedaron sin representación en las Cortes, no sumaron ni el 3% de las papeletas. Ayer superaron el 8%.

El BNG acertó con su candidata. La joven lucense Ana Pontón despuntó en la campaña y especialmente en el debate de TVG. Le favorecieron también las cuitas internas de sus rivales más directos, como En Marea y PSdeG.La encuesta publicada apuntó la mayoría absoluta del

PPdeG y que la situación entresocialistas y En Marea estaba muy reñida, y se disputarían el liderazgo de la oposición.