Sólo tres de cada diez votantes, según la encuesta del CIS, conoce a Luís Villares, magistrado de 38 años nacido en Lugo y en excedencia desde agosto de la Sala del Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia. Pero Villares, con pareja pero sin hijos, es un hombre optimista, dispuesto a salvar obstáculos y convencido de la fuerza de la marca de En Marea. Así recuerda un proverbio chino que dice: "Si algo no tiene solución, de qué te preocupas, y si la tiene, de qué te preocupas". Villares, que fue proclamado en agosto candidato por casi 9.000 votos en las primarias de En Marea, está dispuesto a "compensar" su desconocimiento entre los electores "con el impacto de un nuevo proyecto político como la Marea, una marca solvente y un discurso eficaz".

Independiente sin trayectoria política de relieve, aunque de joven militó en el BNG, recuerda que el antecedente de En Marea, AGE, se constituyó 15 días antes de las elecciones gallegas de 2012 y sacó 200.000 votos y 9 escaños. Su líder era Xosé Manuel Beiras, a quien él ahora sustituye, pero Villares y Beiras son antagónicos por su carácter. Comparten ideología, pero ni formas ni estilos. Villares es el rostro amable de En Marea, eso sí, menos carismástico que su predecesor. Frente al carácter exultante, teatral, catalizador del cabreo de las masas, en permanente enfado con el PP, Villares muestra un talante afable que puede ayudar a captar el voto más moderado que pide un cambio en Galicia y ve a En Marea radical. Con Villares, tras semanas de precampaña fogueándose en mítines de pequeño formato, parece que será difícil encontrar exabruptos como el de Beiras ("Feijóo mata más gente que ningún grupo terrorista del Estado español"). Villares, que fue impulsado por los alcaldes de las Mareas, es el candidato pensado para no dar miedo, pero también es un cabeza de cartel con criterio, y los suyos ya lo han sufrido en sus propias carnes.

En un movimiento atrevido, amenazó con no ser cabeza de cartel si Podemos no cedía y se integraba en la marca de En Marea, diluyendo sus siglas. Ganó el pulso. También generó polémica entre los suyos, con su claro posicionamiento sobre la inhabilitación de Arnaldo Otegi. "Los que están inhabilitados por condena penal no pueden presentarse a unas elecciones y por eso la Junta Electoral tomó esa decisión", manifestó, para disgusto de algunos en En Marea. Y es que antes de político, Villares es juez, y además fue magistrado en el alto tribunal del País Vasco. En una entrevista en el digital Ctxt confesó que en Euskadi vivió el cese de la violencia, el alivio de los compañeros y también el dejar de tomar vinos en un bar acompañado siempre por los escoltas que protegían a los jueces.