Mañana Alberto Núñez Feijóo cumple 56 años y si sopla las velas de la tarta ya sabemos cuál será su deseo: salir invicto del 25-S, lograr dentro de quince días su tercera mayoría absoluta, demostrando que es una excepcionalidad en el panorama español y que se puede gestionar en plena crisis sin desgastarse y sin perder el respaldo de los ciudadanos. Y de paso atizar a la oposición una lección: las alternativas se construyen con tiempo, como hizo él durante cuatro años pateándose el país, y con un partido unido bajo el mando de un único líder, al que nadie osa chistarle la más mínima queja. Tampoco puede faltar la mala leche para hacer una oposición de desgaste continua y sin piedad al poder ejecutivo, admitiría Feijóo por lo bajines, mientras apaga todas las velas.

Si se cumple su deseo, y el CIS no lo descarta en absoluto, la victoria tendrá más eco que las dos anteriores. Más que la de 2009, cuando devolvió a las filas de la oposición a PSdeG y BNG, que solo lograron permanecer cuatro años al frente de San Caetano. Entonces Feijóo, natural de Os Peares, soltero, sin hijos, pero con novia, demostró que Fraga no era insustituible y que el paso por la oposición no siempre es una larga travesía del desierto. Además anticipó la derrota del PSOE en España.

En 2012, ya en plena fase de recortes, Feijóo acrecentó su mayoría absoluta, con 3 escaños más. Fue un éxito arrollador, pero más sería el del 25-S. ¿Por qué? Porque sería una rara avis en la política española, en Madrid le harían la ola, los demás políticos le mirarían con envidia, le escudriñarían por si descubren la clave de su éxito y le analizarían por si el modelo es exportable, en la capital le encumbrarían como político y hombre del año, incluso como el Mesías que necesita el país para salvarlo del bloqueo institucional. ¿Sería su pasaporte definitivo a Madrid? El pasado domingo en una entrevista a FARO lo descartó. Si gana y puede gobernar, su "compromiso con Galicia será hasta 2020". Los gallegos llegaron antes, argumentó para rechazar su posible marcha a Madrid. Pero ¿a quién le amarga un dulce? ¿a quién no le gustaría disfrutar de la tentación de ser el más deseado de la fiesta, aunque solo sea por el placer de declinar las invitaciones por qué ya has elegido pareja? Aún no yéndose a Madrid, una tercera mayoría absoluta, mientras España continúa bloqueada, reforzaría su autoridad para tener mucho que decir sobre el futuro de su partido y, en consecuencia, del país.

Por todo ello, Feijóo, que se licenció en Derecho, fue alto cargo de las Consellerías de Agricultura y Sanidade con José Manuel Romay Beccaría de jefe y después fue presidente del Insalud y de Correos y Telégrafos, con Aznar como presidente, se muestra cauto y, ayer horas antes del arranque de la campaña, declaraba: "Sería un sueño lograr la tercer mayoría absoluta".

La mayoría absoluta se pierde por unos miles de votos, necesita mantener a los suyos en tensión para que el domingo 25 de septiembre cumplan con su deber de ir a las urnas, así que no puede cundir la sensación en sus filas de que todo el pescado está vendido y pongan ya el champán a enfriar. Además las encuestas se equivocan. No sería la primera vez. Por eso, él, por se acaso, mañana sólo soplará las velas de la tarta de su 56 cumpleaños, y el espumoso quedará en la nevera.