El 28 de abril será recordado en Galicia como el día en que el mapa electoral experimentó un vuelco histórico. Nunca antes el socialismo había logrado situarse por encima de la familia popular -primero AP, después PP- en unas elecciones. Hasta ayer. La victoria de Pedro Sánchez en la escena nacional propició un efecto arrastre cuyos frutos recogió la formación de Gonzalo Caballeroefecto arrastre. En números: el PSdeG cerró el escrutinio con 10 escaños en el bolsillo; el PPdeG, se quedó con nueve.

Como el final de un thriller político inclinado hacia la distopía -"he visto cosas que jamás creeríais"- la paleta de color azul que durante décadas ejerció un dominio incontestable en Galicia comenzó a teñirse de rojo. En la foto gallega del 28-A también aparecieron En Común-Unidas Podemos, que recoge los restos de la fragmentación del rupturismo con dos escaños, y Ciudadanos, que regresa al radar electoral en la Comunidad con otros dos diputados. Vox, pese a acaparar el centro de atención, se quedó fuera del reparto. Lo mismo que En Marea y el BNG.

Son las víctimas colaterales de una noche electoral que dejó un principal ganador. El PSdeG abrochó con Pedro Sánchez una travesía en el desierto de una decáda que ahora pueden comenzar a observar desde el retrovisor. Todo, gracias a la consecución de cuatro parlamentarios más que en el 2016, uno por cada provincia. En porcentaje, los socialistas gallegos crecieron diez puntos, al pasar del 22,2% de las últimas generales al 32,1. Ni siquiera en 1982 el abrumador triunfo de Felipe González (202 escaños) posibilitó un sorpasso como el anotado ayer: entonces los socialistas gallegos se quedaron a más de cuatro escaños de la Alianza Popular.

Fue precisamente su heredero, el PPdeG, uno de los grandes protagonistas de ayer. La suya fue una noche aciaga a nivel nacional, y como tal, tuvo réplica en Galicia, su principal granero de votos. La formación de Alberto Núñez Feijóo vio jibarizada la progresión obtenida entre las generales de 2015 y 2016 -después de la cual revalidó la mayoría absoluta en la Xunta- y no pudo sino conformarse con nueve escaños, tres por debajo de los que ostentaba hasta ayer. Es más, en la era autonómica los populares. En términos numéricos, el PPdeG se dejó catorce puntos: un 27,4% que se distancia del 41,4% del 2016.

Las imágenes de la jornada electoral en Galicia. // VARIOS

No obstante, hasta en los batacazos electorales ofrecen lecturas para ver el vaso medio lleno. El PP de Feijóo podrá presumir de haber sido la baronía que mejor resiste respecto a otras donde el descalabro no solo fue considerable -con pérdidas de hasta el 50% de los diputados-, sino que abrió un ventanal en el que se coló Vox. La Comunidad de Madrid, Castilla y León y Murcia son el ejemplo. Aquí, los de Abascal se quedaron lejos -muy lejos- de conquistar el escaño.

Los gallegos, pues, demostraron que el bipartidismo no estaba muerto y así se reflejó incluso en el Senado, con un empate a 8 representantes que expulsó a En Común-Unidas Podemos de la Cámara Alta. Así es que tanto socialistas como populares siguen acaparando la hegemonía al ampliar la distancia que les separa sobre el tercer y cuarto partido. Esa es la pelea que ayer libraron En Común-Unidas Podemos y Ciudadanos. Los rupturistas aguantaron parte del capital político del espacio que antaño compartía con En Marea y -todo es una cuestión de expectativas- lograron el resultado que esperaban: dos escaños, uno por cada provincia atlántica, que blinda el protagonismo de sus dos principales rostros visibles, Antón Gómez-Reino, líder de Podemos en Galicia, y Yolanda Díaz.

En la orilla contraria, las urnas castigaron con mucha severidad a la En Marea comandada por Luís Villares. Solo pudo ser séptima, con un 1% de los votos que abre la puerta a posibles terremotos en el grupo parlamentario de Santiago.

Ciudadanos, por su parte, regresa con fuerza en la Comunidad. Después de haber perdido en 2016 el diputado logrado en el 2015, los naranjas capitalizaron un incremento de voto de solo tres puntos con el acta de dos parlamentarios.

Peor suerte corrió el Bloque. Pese a duplicar sus votos, los nacionalistas se quedaron por tercera vez a las puertas del Congreso. Los candidatos gallegos de Vox agruparon 86.000 papeletas pero también las verán desde fuera.

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