"Ha sido un resultado muy malo". Pablo Casado tardó ayer unos pocos minutos en reconocer públicamente, ya a medianoche, lo que era un secreto a voces desde hacía unas cuantas horas: la debacle del PP en las elecciones generales. Fue el gran perdedor de la jornada y lo dijo sin miramientos. Los populares han cosechado el peor resultado de su historia al quedarse en 66 diputados, menos de la mitad de los 137 que logró Mariano Rajoy en 2016; en votos, 4.321.423 (un 16,69%) frente a los 7.941.236 (33,01%) de hace tres años.

Con todo, el aspirante popular a la presidencia del Gobierno -el más joven de los que tenían posibilidades de lograrlo- y jefe de filas del PP desde hace apenas 10 meses seguirá adelante. Nada de dimitir como se llegó a pensar durante la larga (y dura para los populares) noche electoral. Anunció que será mañana cuando llegue un análisis pormenorizado de los ocurrido en cada comunidad autónoma en el Comité Ejecutivo Nacional, mientras que hoy la cúpula del partido ha sido convocada para hacer una primera valoración.

"Soy especialista en bajar a esta sala en noches complicadas", empezó Casado su intervención en la sede de Génova en Madrid, arropado por algunos de los principales dirigentes del partido, la mayoría con caras largas y de decepción. No así su líder, que mantuvo la compostura e incluso la sonrisa. "Debemos estar a la altura, a las duras y a las maduras", añadió, para acto seguido dar las gracias a los más de 4 millones de votantes que, recordó, han dado su confianza al PP: "Seguimos siendo los líderes del centro derecha en España". Para sus fieles votantes, así como para los afiliados, simpatizantes y colaboradores tuvo su primer agradecimiento un Casado que momentos antes había telefoneado, explicó, al líder del PSOE, Pedro Sánchez, para felicitarle.

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Muy malo y pésimo fueron algunos de los calificativos empleados por el dirigente popular para referirse a su derrota en las urnas. "Nos gusta ganar siempre", resumió. Porque Casado no tuvo problema en admitir la caída en picado del PP, pero sí fue poco generoso a la hora de señalar las causas. Poca autocrítica hubo en el dirigente popular, que vino a atribuir exclusivamente lo ocurrido a la "fragmentación" de la derecha ante las urnas, e instó a hacer un análisis para ver "si merece la pena". A falta de un mes para las elecciones autonómicas, municipales y europeas -algo "positivo", dijo- animó a los otros dos partidos a "unirse" en una estrategia conjunta como la "buena opción" para convencer al votante.

Un votante que, en sus palabras, ahora deberá estar preparado para asumir las "consecuencias" de reeditar un gobierno del PSOE: "Siempre he dicho que es un gran partido, clave en la historia reciente de España y visto el resultado espero que pueda llevar acuerdos de gobernabilidad sin necesitar a los independentistas. Para el PP lo primero es España y esperemos que nuestro país esté a la altura de las circunstancias".

De momento, serán sus compañeros de partido los que deberán esforzarse para estar a la altura y recomponerse tras duros golpes como pasar a ser tercera fuerza en Madrid, quedar sin diputados en el País Vasco o bajar en el feudo histórico de Galicia.