Galerías históricas

La reconquista peatonal de Vigo: las primeras calles que expulsaron a los coches

Hace poco más de 20 años, el tráfico y la doble fila eran el paisaje habitual de zonas como el Casco Vello, O Calvario o Praza da Independencia

Empezaron como cierres dominicales que, no sin muchas trabas y polémicas, se acabarían convirtiendo en definitivos

Acostumbrados a las calles peatonales y a las anchas aceras, quedan atrás, muy atrás en la memoria, las imágenes de vehículos circulando por el Casco Vello, O Calvario o Praza da Independencia. Pero hace algo más de 20 años, el tráfico y la doble fila eran el día a día de estas zonas de Vigo.

Las primeras y grandes peatonalizaciones en la ciudad se llevaron a cabo durante el mandato del alcalde Lois Pérez Castrillo, del BNG, que gobernó en coalición con el PSOE entre 1999 y 2003.

La batalla política y vecinal por devolverle las calles a los peatones se enquistó durante años, ante la férrea oposición de los comerciantes y emprendedores de las zonas afectadas, que alegaban pérdidas económicas. En frente, los vecinos, que anhelaban contar con más espacios libres de tráfico, y el empeño del gobierno local.

Estas peatonalizaciones se fueron ensayando de forma paulatina con cierres dominicales al tráfico en O Calvario y Praza da Independencia ya en 1999. Para esa Navidad, el gobierno local anunció el cierre total a la circulación de Urzáiz, Travesas y Teis entre el 21 de diciembre y el 6 de enero. También se cortó el tráfico en Velázquez Moreno, entre Progreso y Policarpo Sanz. Estos cortes de tráfico se llevaron a cabo pese a la contundente oposición de los comerciantes, que reprochaban al gobierno local que la medida se pusiese en práctica en una de las épocas con mayores ventas del año

Sin embargo, los problemas de atascos -especialmente en la zona de Independencia- acabaron con el plan del alcalde el mismo 31 de diciembre: tuvo que reducir las peatonalizaciones a los festivos.

A pesar de este revés, Castrillo mantuvo su plan de peatonalización y al término de su mandato vería cumplido -no sin retrasos, protestas y polémicas- su sueño.

El Casco Vello vigués expulsó la circulación de sus estrechas calles; el tramo de Urzáiz en O Calvario solo dejó un carril central para garajes y servicios; la Praza de O Berbés se remodeló por completo con un parking subterráneo que eliminó los vehículos de superficie y puso en valor los soportales de la Ribeira; y una Praza da Independencia sin tráfico rodado.

De todas la peatonalizaciones emprendidas por Castrillo, esta última fue la más compleja de llevar a cabo. La férrea negativa de los comerciantes, los atascos y los problemas con la concesionaria del parking dilataron durante tres largos años las obras.

Esta es la crónica fotográfica de la reconquista peatonal de Vigo: las primeras calles que expulsaron a los coches. 

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