Elegante y robusta, la luminaria diseñada por Jenaro de la Fuente se encendió por primera vez una fría mañana de invierno en 1932. Corría el año 1930 cuando el alcalde Manuel San Román le encargo el proyecto. Fue construida en hierro fundido y piedra. Dispone de una docena de brazos de luz, a modo de colgantes, y tiene una base de pétrea con cuatro bancos.
Durante años presidió la plaza alumbrando la noche a los viandantes y como solemne espectador de los desfiles y procesiones de la ciudad. Pero en 1965 el ensanche y asfaltado de la plaza la arrastró al olvido.
La majestuosa obra de Jenaro de la Fuente fue desmontada y llevada al depósito municipal. En su lugar se instaló frente al Café Bar Derby una más moderna, anodina y considerablemente más fea.
En 1973, tras años abandonada, fue trasladada a la alameda Eduardo Cabello de Bouzas.
Con el paso de los años, el tiempo y la meteorología fue dejando su huella en la Farola. En 2002 se procede a su restauración.
Las obras de construcción del aparcamiento subterráneo de Urzáiz fueron aprovechadas para renovar la avenida y devolver la Farola, signo de identidad de una época, a su punto de origen. En noviembre del 2014 volvió al lugar que la vio nacer.
Al margen de sus idas y venidas, de lo que no cabe duda es de que sus siete metros de altura y veinte toneladas de peso han echado raíces en Vigo.
