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Galerías históricas

La sublevación popular por el IBI que asedió y derrocó al gobierno de Cangas

Hace 35 años, la revuelta originada por la subida de la contribución abocó a la dimisión al alcalde, el socialista Lois Pena

Las virulentas protestas se extendieron durante año y medio: los vecinos llegaron a impedir la entrada del gobierno local al consistorio durante 10 meses

En ese clima de crispación, el regidor y su familia fueron apedreados e insultados en el entierro de su exmujer

Los disturbios ocurridos el pasado lunes en Cangas con motivo de la subida de la tasa de la basura por parte de la Mancomunidade do Morrazo han revivido en la memoria otro violento episodio ocurrido hace 35 años también motivado por un alza impositiva: la insurrección popular que derrocó al gobierno del socialista Lois Pena.

Un conflicto, ampliamente recogido en las páginas de FARO DE VIGO, que durante año y medio sacudió por completo la normalidad en el municipio morracense: huelgas, manifestaciones, agresiones, cargas policiales y un equipo de gobierno que no podía ni entrar en la casa consistorial.  

Lois Pena, alcalde de Cangas con mayoría absoluta

El PSOE, con Lois Pena como cabeza de lista, ganó las elecciones municipales de junio de 1987 con mayoría absoluta, 13 ediles. La corporación se completaba con tres concejales del PP (entonces AP), con José Manuel Chapela Seijo como líder; otros tres de la FPG (Frente Popular Galega), con Mariano Abalo a la cabeza; un representante del PSG-Esquerda Galega, Henrique Harguindey; y otro de Esquerda Unida, Antonio Sangabriel.

Pocos días de gracia contó el nuevo gobierno local, que tenía en frente a una oposición muy movilizada que tachaba de poco democráticas las formas del alcalde. Este, a su vez, replicaba a sus rivales políticos que no habían aceptado el resultado de las urnas.

El conflicto de la contribución en Cangas: protestas y un alcalde asediado que no pudo volver a entrar en el Concello

Multitudinaria manifestación contra la subida del IBI en Cangas, el 8 de mayo de 1988. / Ricardo Grobas

El sablazo del IBI desató las iras de los vecinos

A finales de 1988, el gobierno local acordó una escandalosa subida del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI, antes llamado contribución) del 10 al 20%, el máximo permitido legalmente. Al sablazo se añadía otro problema: una multitud de valoraciones catastrales erróneas que elevaban aún más el recibo de los contribuyentes.

Estalló una sublevación popular con manifestaciones, huelgas y protestas que fueron escalando en crispación y violencia con el paso de los meses: el alcalde y sus ediles fueron perseguidos por la calle, agredidos, y retenidos en varias ocasiones durante horas en la casa consistorial; la presencia policial y las cargas se convirtieron en la normalidad en las calles.

El conflicto de la contribución en Cangas: protestas y un alcalde asediado que no pudo volver a entrar en el Concello

La Guardia Civil empuja a los vecinos concentrados delante del Concello de Cangas, el 1 de junio de 1989, jornada en la que se celebró el pleno de rebaja del IBI y que acabó con 50 heridos y el gobierno local retenido durante horas. / Cameselle

Medio centenar de heridos y un Concello asediado

La férrea contestación social hizo al alcalde Lois Pena recular: el tipo impositivo de la contribución urbana para los años 88 y 89 se quedaría en el mínimo legal, el 10%. «Es la única forma de recobrar la paz y la normalidad en Cangas», aseveró tras meses de conflicto.

Además, se abriría una oficina de revisión y reclamaciones para abordar las deficiencias detectadas en los valores catastrales.

Estas medidas se iban a aprobar en el pleno extraordinario del 1 de junio de 1989, jornada que pasó a la historia como la más violenta del conflicto, con medio centenar de heridos y el gobierno local retenido durante horas en la casa consistorial.

A pesar de los refuerzos policiales demandados por Pena, los vecinos desbordaron a los agentes y lograron entrar en el salón de plenos. Hubo insultos y lanzamiento de huevos y frutas contra los ediles socialistas, que se vieron obligados a refugiarse durante 21 horas en un despacho.

La situación empeoró entrada la noche, cuando los enfrentamientos entre los manifestantes apostados ante la casa consistorial y la Guardia Civil dejaron medio centenar de heridos, uno de ellos grave por el lanzamiento de una pelota de goma que le provocó la pérdida de un ojo. Los concentrados respondieron a la carga con lanzamiento de piedras, incluso con los maderos de los bancos de calle… Se refugiaron en la excolegiata, donde hicieron sonar las campanas para alertar a los vecinos de lo que estaba ocurriendo.  

El conflicto que estalló por el sablazo del IBI se transformó en una insurrección que exigía la dimisión del alcalde: «Lois Pena no es alcalde de Cangas y sólo está sostenido por las fuerzas del orden. Consideramos que ya es hora que dimita pues Cangas ya no puede vivir más en esta situación. El problema de Cangas no es la contribución, el único problema es Lois Pena», proclamó el edil de Esquerda Unida Antonio Sangabriel aquella noche.

Lois Pena no volvería a entrar en la casa consistorial desde aquella noche en la que lo abandonó de madrugada fuertemente escoltado. Los vecinos asediaron el consistorio durante 10 meses para impedir la entrada del alcalde y sus ediles.

El conflicto de la contribución en Cangas: protestas y un alcalde asediado que no pudo volver a entrar en el Concello

El alcalde Lois Pena (centro) fue apedreado, golpeado e insultado, junto a su familia, en el entierro de su exmujer, el 5 de julio de 1989. En la imagen aparece acompañado por Manoel Soto, entonces alcalde de Vigo. / Cameselle

Apedreado en el funeral de su exmujer

Pese a la revuelta popular, Pena se negaba a dimitir. Continuaba con el bastón de mando, pero sin pasar por el Concello y sin prodigarse en público. Mientras, las protestas se mantenían. Y en medio de esta vorágine ocurrió una terrible desgracia: su exmujer se suicidó mediante la ingesta de fármacos.

Pena y su familia fueron apedreados e insultados en el funeral, oficiado en la iglesia de San Salvador de Coiro. Al término del sepelio, un grupo de vecinos persiguió al regidor, acompañado por el alcalde de Vigo Manoel Soto. El coche en el que viajaban fue alcanzado por todo tipo de objetos, resultando dañado, con cristales rotos y abolladuras.

Los regidores no pudieron acceder al cementerio y abandonaron el lugar fuertemente protegidos por la Guardia Civil.

Dimisión y primera gestora de la democracia en España

La situación era simplemente insostenible. El equipo de gobierno no podía acceder al consistorio, que había sido tomado por la oposición. Finalmente, Lois Pena presentó su dimisión el 6 de abril de 1990, coincidiendo con la festividad de la Virgen de los Dolores.

La oposición llamó a festejar la renuncia del alcalde y los vecinos se concentraron ante el Concello y brindaron con champán.

Desde ese día y hasta las siguientes elecciones municipales, Cangas fue gobernada por una gestora municipal, la primera de la democracia en España.

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