Reducir el coste energético y la huella medioambiental son dos cuestiones clave para un entorno empresarial e industrial que aspire a la máxima competitividad desde un firme compromiso con la sostenibilidad. Retos ante los que la tecnología solar fotovoltaica se presenta como gran respuesta, por la que cada vez apuestan más empresas e industrias de todos los sectores.

Las instalaciones fotovoltaicas de autoconsumo representan una apuesta por la transición energética de la mano de una fuente de energía renovable y no contaminante, que además permite una fácil y rápida implantación y una amortización a corto plazo de las inversiones realizadas. La fotovoltaica es la forma más rentable, eficiente y ecológica para generar energía. Desde el punto de vista medioambiental, el uso de una fuente de energía limpia e inagotable, con un sistema de producción libre de emisiones, proporciona un importantísimo efecto en la reducción de la huella de carbono y permite producir electricidad en el lugar de su utilización, evitando los costes de transporte y su impacto en los ecosistemas.

En términos económicos, es mucho más competitiva que la generación mediante métodos no renovables, con un crecimiento exponencial del ahorro. Además, hay que destacar su rápida instalación, su prácticamente nulo mantenimiento y los plazos de amortización de la inversión, que permiten cubrir los costes con el ahorro generado en un plazo medio de cinco años. A ello hay que añadir la seguridad jurídica en el sector, al amparo del RDL 15/2018, y que está exenta de cualquier impuesto, tras la supresión del conocido como 'impuesto al sol'.

Transición energética

Ante el incremento del precio de la energía, el autoconsumo basado en la generación con fotovoltaica está siendo la clave de un nuevo modelo energético para las empresas en Europa, por el cual en Galicia se está apostando de manera decidida, como se desprende de los planes del Gobierno gallego en materia de energía para los próximos años. Esta estrategia contempla a empresas e industrias de distintos sectores como objetivos prioritarios, con importantes órdenes de ayudas autonómicas dirigidas a este fin. En 2019, el Instituto Enerxético de Galicia (Inega) publicó varias líneas de ayudas, entre ellas una orden de subvenciones para empresas del sector industrial, que permitía cubrir entre el 35 y el 55% de las inversiones en instalaciones fotovoltaicas.

Entre las firmas que ya han apostado decididamente por la fotovoltaica en Galicia se encuentran empresas de referencia de nuestro tejido productivo. Según detallan firmas como Voltfer, enseña del Grupo Alvariño especializada en soluciones fotovoltaicas, en los últimos meses se han ejecutado instalaciones de este tipo en industrias y empresas con elevados consumos, en fabricantes de bienes de equipo como Kinarca, o grandes frigoríficos como Frioya; centros de producción del sector agroalimentario y granjas, con cooperativas como Coren o Aira; instalaciones comerciales con grandes superficies, como concesionarios de automoción, con grupos como Yáñez, Autogal o Luis Aragonés; empresas del textil, como New Balance; o firmas hoteleras, como el Grupo Caldaria. Son sólo las primeras en abordar la transición energética de la mano de la energía solar y la generación con fotovoltaica.