¿A cuánta gente conocéis que es incapaz de decir que no? Y, como consecuencia, acaban teniendo que hacer cosas que no les apetecen o no tienen tiempo, porque no aprendieron nunca a negarse desde el respeto. ¿Y a cuántas personas conocéis que se expresan con malas formas o reaccionan fatal ante una negativa? Probablemente, la respuesta a ambas preguntas sea afirmativa. Y, por supuesto, no queremos que nuestros hijos e hijas no sepan decir NO o lo hagan de malas maneras.

¿Qué es la asertividad?

Es muy importante que entrenemos la asertividad de nuestros hijos, es decir, la capacidad para “comunicar de un modo respetuoso y oportuno lo que yo siento y para acoger con el mismo respeto lo que sienten los otros”, explican Eva Bach y Anna Forés en su libro “La asertividad”.

La asertividad se aprende, se entrena, por eso es fundamental que aprendamos a ser asertivos primero nosotros, y lo seamos con nuestros hijos. Que les digamos las cosas desde la calma y el respeto, trabajemos nuestra inteligencia emocional, seamos empáticos y gestionemos los conflictos teniendo en cuenta los puntos de vista, necesidades y opiniones de nuestras hijas e hijos. Porque no nos cansamos de repetirlo: la mayor herramienta educativa es el ejemplo.

Freepik

La fórmula de la asertividad: XYZ

En este libro que os hemos mencionado, ambas autoras nos explican el procedimiento que definió Haim Ginott, pionero de los programas de comunicación eficaz, para expresar las cosas que nos gustan o que nos causan algún tipo de molestia. Este método consiste en 3 pasos y se conoce como la fórmula XYZ.

“Cuando tú dices X, yo me siento Y, y me habría gustado que hicieras Z”.

Vamos a poner un ejemplo para que podamos ver más claramente cómo aplicar este método:

Toni ha tenido un problema con un amigo de su clase, Miguel. Miguel todos los días le cuenta a Toni durante la hora del patio sus problemas: que sus padres no le comprenden, que va a suspender matemáticas, que el entrenador no quiere ponerle de titular en el partido del domingo que viene… Y Toni le escucha, le da consejos y actúa como un buen amigo.

Sin embargo, estas últimas semanas Toni ha estado bastante preocupado: su abuelo está enfermo, tema que le trae bastante triste, y además no puede concentrarse para hacer los deberes y estudiar. En algún momento ha intentado comentarle el tema a su amigo Miguel, pero cada vez que intenta hablar con él, Miguel redirige el tema hacia sí mismo y no le hace caso.

“Ni sumisión, ni agresión: asertividad”

Walter Riso - Psicólogo clínico

Cómo aplicar la fórmula XYZ

Si nuestro hijo fuera Toni, o si nosotros estuviéramos pasando por una situación parecida, deberíamos aconsejarle que expresara lo que siente al respecto de la siguiente manera:

Cuando dices X

Toni debería acercarse a Miguel y explicarle claramente cuál es el problema, centrándose en la conducta o el comportamiento que le ha molestado, evitando la crítica a la persona. Siempre desde el respeto y la calma.

Esto hace que yo me sienta Y

Una vez se ha dejado patente cuál es la conducta que ha molestado, el siguiente paso es que Toni explique cómo se siente, cuáles son sus sentimientos, “en un tono lo más calmado posible y sin dramatizar”, nos aconsejan Eva Bach y Anna Forés. “Me centro en los efectos que dicha conducta provoca en mí, sin presuponer intenciones en el otro, sin juzgar, atacar o insultar”.

Por lo tanto, hasta aquí, Toni podría haberle dicho a Miguel algo como: “Cada vez que cambias el tema de conversación cuando intento explicarte lo que me preocupa a mí, siento que mis problemas no son importantes y me siento desplazado e ignorado. Sé que no lo haces con esa intención o que puede que ni siquiera te hayas dado cuenta, pero quería que supieses cómo me siento”.

Me hubiera gustado que hicieras Z o sentirme Z

En este paso, Toni informa a Miguel de lo que la reacción o la conducta que hubiera gustado que tuviese en esta situación o cómo le gustaría sentirse en su amistad. Siempre expresándolo en positivo, “sin presionar y sin exigencias. Digo lo que me gustaría respetando la libertad del otro de aceptarlo o no. Podemos ofrecer también varias alternativas”, nos recomiendan las autoras.

A estos 3 pasos del método de Haim Ginott, Eva Bach y Anna Forés en su libro proponen un paso más:

¿Qué te gustaría a ti que haga yo? / Por mi parte me comprometo a…

Este paso adicional que también sugieren otros autores va enfocado, como el anterior, a la búsqueda de soluciones y a la reflexión: ¿en qué medida he contribuido yo en este conflicto? ¿puedo hacer yo algo o no hacerlo para que no se repita? Por lo tanto, este paso implica “asumir la parte de responsabilidad que pueda correspondernos y estar dispuestos a poner algo de nuestra parte”.

En definitiva, la asertividad es un aspecto que se puede abordar desde múltiples perspectivas, que implica derechos y deberes, pero que se tiene que trabajar y dedicar empeño para que sea una herramienta que nos pueda servir de manera fructífera en nuestro día a día, y también a nuestros hijos e hijas. Por eso, es importante dedicarle tiempo y esfuerzo, lo que tendrá repercusiones beneficiosas en nuestras vidas y en las relaciones que mantenemos con las personas que nos rodean.

Así que, vamos a tener muy presente la cita del reconocido psicólogo clínico, Walter Riso: “Ni sumisión, ni agresión: asertividad”. Esa es la clave.