Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Castellón como ejemplo

España es un país lleno de grandes y desconocidas historias de empresas medianas

Fernando Roig muestra el libro que recibió de Javier Moll, presidente de Prensa Ibérica, en la entrega de premios del diario Mediterráneo de Castellón.

El diario Mediterráneo de Castellón otorgó el pasado martes sus premios empresariales del año ante cerca de cuatrocientas personas. Los dos principales galardonados fueron para Luis Hernández, presidente de Grespania, y Pepe Pellicer, APE Grupo, reconocido por su trayectoria empresarial. Desconocía la existencia de estas dos empresas, líderes en cada una de sus especialidades del sector cerámico, y con una amplia presencia internacional. Grespania emplea a 842 personas y APE, con 60 millones de facturación, a 150. Pellicer fue uno de los empresarios españoles pioneros en vender en China, uno de los 120 países donde hoy vende la compañía castellonense. Cuenta como aterrizó por primera vez en Shanghái en 1992 con la venta de piezas de cerámica de color rojo de 50x50 centímetros. Antes la empresa ya exportaba indirectamente al gigante asiático a través de sus representantes y almacenistas de Hong Kong, donde irrumpió la empresa en los años setenta, y Singapur. Pellicer (81 años) recuerda como a finales de los años sesenta, tras empezar a vender en Europa, la primera gran aventura fue en Australia. Hasta llegaron a vender en Vietnam y Camboya. Hoy ya son sus hijos, segunda generación, quienes llevan las riendas de la compañía.

España es un país lleno de grandes y desconocidas historias empresariales como las de APE Grupo. Hace unos meses visité a Manuel Puigdemont, propietario de Pordamsa, empresa de porcelana ampurdanesa fundada en 1975. Aquel año, Puigdemont -aun habiendo nacido en Amer, sin relación con el expresident de la Generalitat de Catalunya- tuvo la idea de que los platos donde comemos no tienen por qué ser redondos. Depende todo de lo que se coma. Hoy es el proveedor oficial de algunos de los grandes restaurantes y cadenas hoteleras del mundo como Four Seasons y su centro de diseño a las afueras de La Bisbal d’Empordà (Girona) es lugar de visita de los grandes chefs mundiales, que junto a él y su equipo diseñan platos y útiles de cocina para sus creaciones gastronómicas. 

En demasiadas ocasiones, el periodismo económico está demasiado obsesionado en desentrañar -es obligado hacerlo, por supuesto- las estrategias, dimes y diretes, de las grandes empresas del Ibex y de los grupos familiares de postín. Son los elementos tractores que mueven y tiran de la marca España, dentro y fuera, ya sea por su exposición pública como por la necesidad de explicar sus proyectos para generar confianza constante a sus accionistas y ‘stakeholders’. Sin embargo, somos conscientes de que son centenares de miles de empresas pequeñas y medianas las que mantienen vivo el tejido empresarial y representan al 99% de las compañías. En España, según los últimos datos del Ministerio de Industria hay 1.307.634 empresas entre 1 y 249 asalariados. Consideradas medianas, de 50 a 249 empleados, suman 25.017 que emplean a 2,4 millones de personas. De más de 250 empleados, España cuenta con 4.977 empresa que dan trabajo a 5,8 millones empleados.

El éxito y progreso de un territorio depende de la cooperación y sana competencia que puede existir entre empresas de distinto tamaño que se mueven en sectores afines. La defensa y apoyo de los clústers, zonas especializadas en negocios muy concretos que suelen destacar en el corredor mediterráneo, tiene que seguir siendo fundamental. Por ejemplo, del negocio cerámico de Castellón los grupos empresariales que más suenan y se conocen son el gigante Pamesa, propiedad de Fernando Roig y Porcelanosa, de las familias Soriano y Colonques, que iniciaron su camino a la fama mediática por tener como imagen a Isabel Preysler. Pamesa es líder europeo en producción de cerámica y mantiene una política constante de crecimiento; pero, al mismo tiempo, su propietario también ha sabido apostar por su tierra de otra forma. Fernando Roig fue premiado en el acto celebrado en Castellón por los éxitos de otra de sus propiedades, incluso internacionalmente más conocida que Pamesa: el Villarreal Club de Fútbol, una historia de éxito empresarial y deportivo que ha enamorado a toda España y Europa en medio de la locura económica en que se han convertido los clubes propiedad de jeques árabes. Todos, sin excepción, somos aficionados del submarino amarillo.

Castellón es el gran centro del clúster cerámico español. Un mundo que vivió a finales de los setenta una crisis que le obligó a transformarse. Hoy, en medio de la subida de precios de la energía -el gas es primordial para la confección de cerámica- es una industria que vuelve a sufrir y espera un cambio de políticas energéticas. Se han sucedido los ERTEs y la caída de la producción agravados por la guerra en Ucrania. Podrían estar llorando y quedándose en la cama suplicando que el dinero caiga del cielo, pero no lo hacen. Pamesa ya ha iniciado la firma de alianzas para el desarrollo del hidrógeno como sustituto paulatinamente del gas. Una opción que no solo beneficiará al gigante castellonense, sino que servirá para transformar la estructura de costes de todo el sector. 

Compartir el artículo

stats