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Las tarjetas revolving buscan lavar su mala fama

Las entidades darán más transparencia a uno de los productos con más quejas

Cliente realizando un pago con un tarjeta en un comercio.

Pagar el arreglo de una lavadora con una tarjeta de crédito y acabar con una deuda de 20.000 euros. Esta situación, que parece extrema, es un posible resultado de la financiación revolving. La sentencia del Tribunal Supremo de marzo de 2020 puso bajo los focos este tipo de créditos al consumo por sus elevados intereses, a los que colgó la etiqueta de usura. Desde entonces se han multiplicado las quejas y denuncias vinculadas a este producto financiero, que ya es uno de los que más reclamaciones genera ante el Banco de España. Ahora, desde la Asociación Nacional de Establecimientos Financieros de Crédito (Asnef) se ha lanzado esta misma semana un protocolo para llevar la transparencia a estas tarjetas y combatir, así, su mala fama.

Las tarjetas revolving dan la opción de aplazar el pago en cuotas fijas o en un porcentaje de la deuda, y permiten mensualidades muy bajas (hasta del 3% del dinero solicitado). Otra de las supuestas ventajas es que se convierte en una línea de crédito ilimitada, ya que el dinero devuelto puede volver a ser prestado. Ambas características exponen al usuario a adentrarse "en una espiral de deuda de la que no sales", advierten desde la asociación de consumidores Adicae, que ha identificado más de 200 tarjetas revolving o que ofrecen esta modalidad. Porque, según indican, que una tarjeta de crédito ‘normal’ se haga revolving puede ser tan sencillo como negociar con la entidad y llegar a un acuerdo. "Y el acceso a crédito ilimitado es muy tentador, sobre todo en colectivos vulnerables", apuntan.

¿Dónde está la trampa? En la deuda adquirida, que nunca se reduce. "El crédito revolving se retroalimenta", mientras que en el crédito al consumo al uso sí se va amortizando el capital principal, corrobora Almudena Velázquez, directora legal de reclamador.es. Esta plataforma online, que ha gestionado 2.630 consultas y 250 reclamaciones por estas tarjetas, las desaconseja. "Hay que ser muy prudentes y no dejarse llevar por los mensajes que solo les dan la parte positiva, porque la realidad de estos créditos es que encadenan a los consumidores por años y sin saber realmente cuándo dejarán saldada la deuda", añade Velázquez.

Frente a la horquilla del 8% o 12% de intereses que suele conllevar el crédito al consumo, el coste medio de las tarjetas de crédito revolving en marzo era del 17,91% TEDR, según el Banco de España. Sin embargo, puntualizan tanto la asociación de consumidores Asufin como Asnef, este porcentaje es más bajo de lo que se aplica en realidad ya que el precio final, reflejado en la TAE, incluye gastos y comisiones adicionales como los de renovación, de seguros, de contratación, etc. Según el ‘III Barómetro’ de Asufin, de marzo, la TAE media supera el 22%.

Cuanto menor sea la cuota mensual, más tiempo se tardará en devolver el dinero y más intereses se pagarán, un camino que puede llevar, como en el caso de la lavadora, a un fatal sobrendeudamiento. Para reforzar la regulación, en enero entró en vigor una orden ministerial. Ahora, el Gobierno exige más transparencia al comunicar las condiciones y el coste, así como más control de la solvencia y ofrecer simulaciones sobre el importe solicitado y las cuotas.

Transparencia y confianza

Mientras, las entidades tratan de ajustarse a los nuevos criterios. La última medida, presentada esta semana por Asnef, es el ‘Protocolo de Transparencia del Crédito Revolving’, una guía para hacer entendible la información que debe conocer el usuario antes de contratar. Para que el ejercicio alcance a su público objetivo, es esencial la colaboración de quienes comercializan estas líneas de crédito, habitualmente a través de tarjetas: bancos y otras entidades de servicios financieros, pero también supermercados o gasolineras.

Tras los varapalos judiciales y la respuesta institucional, las entidades han comenzado a recortar intereses y están viendo, reconoce secretario general de Asnef, Ignacio Pla, "que es necesario facilitar una herramienta más al consumidor; ofrecer información absolutamente clara para que tome una decisión libre, consciente e informada".

Así pues, la responsabilidad del ciudadano empieza donde acaba la información que recibe sobre el producto que va a contratar. Y esta, por ahora, es escasa. "Precisamente el problema de las tarjetas revolving es que se comercializan de forma muy poco transparente. No suele informarse del complejo sistema de amortización de la deuda", explica Patricia Suárez, presidenta de Asufin, que ha pasado de tramitar 69 reclamaciones en 2019 a 259 en 2020.

Ignacio Pla habla de transmitir confianza y se muestra convencido de que "la mayoría" de las entidades se sumarán al protocolo y lo entregarán a sus clientes, "porque lo conocen y lo han favorecido". De ser así, se verían avances: el 56% de la financiación concedida en 2020 por los socios de Asnef estaba vinculada al revolving. WiZink, la parte perdedora en la citada sentencia del Supremo y con un saldo de 3.400 millones en estas tarjetas, asegura tener un "fuerte compromiso con la transparencia" y se adherirá a la iniciativa de Asnef.

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