Después de 31 años trabajando mano a mano para convertir Inditex en un gigante mundial de la moda, las relaciones entre José María Castellano y Amancio Ortega se habían enfriado. La llegada de Pablo Isla como nuevo consejero delegado vino acompañada de una reestructuración de la cúpula directiva y de decisiones de organización sobre las que el entonces vicepresidente tenía dudas. Y la operación liderada por el propietario del grupo textil para comprar el 22% del SCH en Unión Fenosa fue la gota que colmó el vaso. No sólo porque al hasta entonces número dos de la multinacional gallega se le llamó "cuando todo estaba estropeado". Amancio Ortega se enteró de que el resto de los empresarios que integraban el consorcio que negociaba con el banco de Botín le habían propuesto a Castellano ser el nuevo presidente de la eléctrica. No le hizo gracia, pero menos le gustó a la otra parte la negativa de su jefe y presentó su dimisión.

"Iba para presidente", apuntan fuentes cercanas al grupo de empresarios gallegos que pujaban unidos por controlar la tercera eléctrica de España. Méritos a José María Castellano no le faltaban: un empresario conocido y respetado en el círculo financiero, y con muy buenas relaciones con los tres inversores de la alianza gallega: Ortega, Julio Fernández Gayoso, por Caixanova, y Jacinto Rey, por el Grupo San José. De ahí también a que en un primer momento se vinculara directamente al ex vicepresidente de Inditex en las negociaciones con el SCH en nombre de todo el consorcio, y su dimisión con el fracaso de la operación. Él, tajante, lo negó.

Propuesta de Jacinto Rey

Fue precisamente Jacinto Rey el que le lanzó la propuesta para ocupar el principal sillón del consejo de administración de Fenosa, con el beneplácito del director general de Caixanova. Evidentemente, dependía de que las negociaciones por el paquete de acciones mayoritario en la eléctrica gallega llegaran a buen puerto. Pero los inversores gallegos contaban ya con la palabra del vicepresidente del Santander, Matías Rodríguez Inciarte. El acuerdo estaba "apalabrado", según aseguran fuentes conocedoras de la operación, y empezaron los movimientos. La propuesta para la presidencia de Castellano se fraguó a espaldas de Ortega, y cuando llegó a sus oídos, dijo que no.