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Los 276 «hijos» del empresario Francisco Traspuesto

Francisco José Traspuesto Miguel, histórico empresario de la automoción, se adentró en el sector a partir de la llegada de Citroën a Vigo. La empresa que el santanderino fundó aquí, Industrial Dik, acabó convirtiéndose en un grupo que creció hasta ser un referente. En 1997, cinco años antes de su fallecimiento, este vigués de adopción decidió crear una fundación para ayudar a la formación de los hijos de sus 192 empleados directos de la época. Una decisión altruista que ha acompañado la vida de casi 280 jóvenes vigueses, lo que quedó patente con el reciente centenario de su nacimiento.

Lidia Rouco, a la izquierda, y Marta Ureña con un retrato de Traspuesto en el medio

Lidia Rouco, a la izquierda, y Marta Ureña con un retrato de Traspuesto en el medio / Pedro Mina

Adrián Amoedo

Adrián Amoedo

Vigo

Francisco José Traspuesto Miguel. El nombre quizá no le suene a la gran mayoría de la ciudadanía olívica. Tampoco es que se recoja en exceso en la hemeroteca del decano, más allá de su presencia o protagonismo en algunos actos institucionales. Sin embargo, la figura de este industrial santanderino de nacimiento, vigués de adopción, es indispensable para entender el crecimiento de la automoción en Vigo. Lo saben bien los que vieron con sus propios ojos como se forjaba la cadena de proveedores del área al calor de llegada de Citroën y lo saben también los que fueron sus empleados. Aunque prefería estar alejado de los focos, centrado en el trabajo, y falleció en el lejano octubre de 2002, Traspuesto sigue muy presente en la vida de un buen puñado de vigueses. Y es que el empresario marcó —y marca— la trayectoria de decenas de estudiantes, hijos e hijas de sus trabajadores que resultaron beneficiados por las becas de una fundación que impulsó en 1997. Su legado, más allá del plano industrial (algunas firmas todavía sobreviven) o de la memoria de aquellos que lo conocieron, son estos 276 «hijos».

Traspuesto nació el 10 de octubre de 1925 en la capital de Cantabria. Era uno de los seis hermanos de la familia y no tuvo una infancia y una juventud sencillas, marcada por la guerra civil y la postguerra. Se formó como comercial y desembarcó en Vigo para intentar vender los productos de las cuatro empresas que en aquel momento representaba. De esta forma se presentó en las oficinas de Citroën Hispania al poco de que la firma desembarcase en la ciudad para producir sus vehículos.

Francisco Traspuesto, en 1997

Francisco Traspuesto, en 1997 / Cedida

En un momento en el que Citroën buscaba establecer una base de proveedores en el área, para no depender tanto de las piezas de Francia, el industrial logró ver una oportunidad. «Lo captó rápidamente, era un hombre muy inteligente, y ya apareció con una serie de catálogos y una serie de muestras, muy adecuados para nuestro automóvil, y allí fue cuando empezamos las relaciones comerciales con el señor Traspuesto», explica el responsable de aprovisionamientos de la marca gala en aquel momento, José Manuel Rodríguez Ruibal, en un pequeño documental realizado sobre el empresario con motivo del acto celebrado el pasado 9 de octubre, coincidiendo con el centenario de su nacimiento.

Aquello fue en el año 1962, cuando constituyó su primera empresa, entonces muy pequeña, en un almacén de la calle Florida. Había nacido Industrial Dik, dedicada a la fabricación de piezas metálicas por estampación y que se convirtió en uno de los primeros proveedores de la fábrica que hoy se conoce como Stellantis Vigo. Solo dos años más tarde añadió al grupo a Cablerías Conductoras y en 1969 fundó Plásticos Dik. La primera estaba especializada en cableados eléctricos para el automóvil y la segunda se centraba en la fabricación de piezas plásticas técnicas por inyección.

La primera planta que tuvo Indrustrial Dik

La primera planta que tuvo Indrustrial Dik / Cedida

Aquellos movimientos se vieron acompañados de su mediación para atraer a otras empresas a la zona, ayudando al crecimiento industrial en torno a la automoción (principalmente), aunque también diversificó en 1973 creando Productos Koala, con la que comercializaba ítem de consumo doméstico bajo la marca registrada Koala. «Su visión industrial era muy grande», explica Rodríguez Ruibal.

La Fundación

El grupo de empresas de Traspuesto creció como lo hizo el motor vigués en los años siguientes, lo que entre otras cosas dio lugar a la creación de Dik MGI Coutier (tras la unión con la empresa francesa MGI Coutier), lo que hoy todavía es el proveedor Akwel Vigo. «Él no paraba nunca de hablar del valor humano de sus equipos», señala en el vídeo Amador de Prado, responsable de Industrial Dik e hijo de Alfonso de Prado Fernández, primer trabajador que contrató el empresario.

Fragmento del documental biográfico «Francisco Traspuesto. Un silencioso visionario»

Ricardo Mariño / Laura Guizán / FDV

En el año 1997, y en un acto por el 35 aniversario de Dik, el ya veterano Traspuesto cogió el micrófono para su discurso ante los trabajadores. «En primer lugar, quiero deciros que tengo un equipo estupendo. Me consta que estáis conmigo y sabéis que yo estoy con vosotros, sin ninguna duda», dijo a sus 72 años, añadiendo que habían «creado puestos de trabajo y ahorrado peseta a peseta sin repartir nunca un beneficio». Fue en ese momento cuando hizo el anuncio: «Quería ofreceros algo sustancial y se me ha ocurrido que cubrir los gastos de estudio de vuestros hijos pudiera ser un gesto agradable». Concretó que cubriría los gastos de matrícula o de libros, antes de que los trabajadores lo interrumpiesen con un largo aplauso.

Entrevista a Francisco José Traspuesto Miguel - 19 marzo 1999

Entrevista a Francisco José Traspuesto Miguel - 19 marzo 1999

De aquel celebrado anuncio surgió la Fundación Francisco José Traspuesto Miguel, constituida oficialmente al año siguiente. Estaba pensada para sus 192 empleados directos de aquel momento y la dotó con una aportación inicial del patrimonio personal de 300 millones de pesetas, algo más de 1,8 millones de euros. Una entidad sin ánimo de lucro, clasificada como benéfico-docente, cuya sede ocupa un amplio entresuelo en el barrio de Navia y que ha ayudado ya a 276 jóvenes, desde su primer año de nacimiento y hasta acabar sus carreras o másteres. En total, apoyos por valor de 2,77 millones de euros.

Beneficiada y beneficiaria

Marta Ureña Pérez, viguesa de 28 años, es una de las beneficiadas. Nació el año en el que se anunció la fundación y hoy está graduada en Biología, trabajando en una empresa del área como técnico responsable del medio ambiente. Su padre trabajó en el grupo como responsable de organización de sistemas. «La primera beca la recibí con 14 años», cuenta. Fue para estudiar inglés —algo a lo que Traspuesto daba mucho valor— con una beca de verano para aprender el idioma en Nueva York. Tras ello, hizo lo mismo para aprender francés o italiano, este último durante un Erasmus. «Y gracias a ello tengo títulos en los tres idiomas, además de la carrera y el máster», explica.

entrevista a becadas por la fundacion francisco jose traspuesto miguel. en navia, vigo

Marta Ureña y Lidia Rouco con una foto de Traspuesto / Pedro Mina

Lidia Rouco Fernández, por su parte, es una de las trabajadoras que tuvo Traspuesto. Tiene 56 años y empezó en MGI_Coutier, siendo la primera ingeniera en plantilla. Gracias a la fundación del empresario, sus hijos que hoy tienen 23 y 20 años pudieron formarse como querría el vigués de adopción. El mayor en Ingeniería Biomédica y el pequeño en Física (en curso). «Desde el año 1, desde la guardería, y hasta ahora», explica Rouco, «cubriendo matrículas desde la educación infantil, de guarderías, de libros, para estudios de inglés de verano en el extranjero y las carreras».

Tanto Ureña como Rouco destacan la figura de Traspuesto y la importancia para sus vidas. La joven, que no le llegó a conocer, reconoce que su nombre lo lleva escuchando en casa «toda la vida». «Es la persona que nos ha facilitado todo y cuando se hizo el evento por el centenario de su nacimiento se proyectó un documental y la verdad es que tuvo una vida muy interesante, se hizo a sí mismo, muy emprendedor», señala.

Becados en la Fundación con sus diplomas

Becados en la Fundación con sus diplomas / Cedida

«Era de los buenos empresarios», explica por su parte Rouco. «Todo el mundo decía que era muy buena persona y cercana con los trabajadores», relata. En cuanto a la ayuda que les prestó a sus hijos, lo tiene claro y lanza una pregunta: «¿Qué empresario pone a disposición del personal 300 millones de pesetas para sus hijos, para que se formen?».

Las dos mujeres se muestran muy agradecidas con Francisco Traspuesto. «Para mí fue como el hilo conductor de mi vida desde los 14 años», ejemplifica Marta Ureña. «Yo diría que fue como un padrino», apunta Lidia Rouco, «y el empleador del pasado que nos gustaría tener en el futuro».

Ahora, las dos forman parte de la «familia» de Francisco José Traspuesto Miguel, cuya trayectoria y servicio a la comunidad fue reconocida con la Medalla de Bronce de Galicia de 1997 y el título de Vigués Distinguido en 1999. Cada año, beneficiados y beneficiarios se reúnen en el local de la Fundación para recordar su figura y agradecer su generosidad. «Mis hijos están superagradecidos», añade Rouco.

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