Ocho décadas alimentando barcos
Casa Pepe afianza su crecimiento con un nuevo contrato por más de un millón de euros para suministrar víveres a oceanográficos y proyecta una «fuerte inversión» para sus nuevas instalaciones en la antigua sede de Albo, que prevé activar en un año con el objetivo de duplicar espacio y producción.

Profesionales de Casa Pepe empaquetan parte de los víveres que suministran. / Pablo Hernández Gamarra
El Francisco de Paula Navarro es uno de los barcos polivalentes en manos del Instituto Español de Oceanografía (IEO). Suele lucir sus 30,5 metros de eslora en las travesías que realiza por toda la costa española —principalmente en el Atlántico y el Mediterráneo—, y ayer se tomaba un pequeño descanso en Vigo, orillado ante las instalaciones de Casa Pepe en el Muelle de Trasatlánticos, a la espera de una nueva misión como la que realizó a comienzos de año cuando se desplazó hasta Valencia para evaluar el impacto de la DANA en el ecosistema marino. Precisamente este martes se adjudicó un contrato por más de un millón de euros a la histórica firma olívica, que el próximo año cumplirá ocho décadas alimentando embarcaciones de toda clase y eslora. Se encargará de suministrar los víveres de los oceanográficos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para las campañas que realice durante el periodo 2026-2027 su Unidad de Tecnología Marina. Otro encargo que se suma al que actualmente atiende para los buques hospital españoles: el Juan de la Cosa y el Esperanza del Mar.
La viguesa Casa Pepe nació bajo el nombre de José María Pérez en 1946 e inició su andadura como una tienda de coloniales ubicada en Montero Ríos, antaño una zona estratégica por su privilegiada ubicación próxima al puerto. Con la peatonalización de esta calle, la empresa mudó su domicilio al actual, donde se consolidó desde 1999 hasta ahora como referente, entre otros servicios, del avituallamiento marítimo.

El «Francisco P Navarro» amarrado ayer en ante Casa Pepe. / Pablo Hernández Gamarra
Hoy la empresa encara su futuro con un ojo en la antigua sede de Albo, que hará suya tras caducar su concesión actual y al ser inviable extenderla. Espera activar las nuevas instalaciones en un año, proyectando antes «una fuerte inversión» para adecuar un espacio que ganará el doble de capacidad frente a los 1.400 metros cuadrados de ahora. Cambiará el suelo de la nave y dotará la misma de la infraestructura necesaria para poder trabajar, incluyendo más cámaras frigoríficas que las que posee en este momento.
«Al tener el doble superficie podremos duplicar la capacidad, pero hay que trabajar con los clientes», comenta en declaraciones a FARO el gerente de Casa Pepe, José María Carrera, tercera generación de un negocio familiar que desde hace años se ha diversificado en tierra y sirve también víveres a centros médicos, además de prestar servicios de catering. «Seguimos creciendo, pero mantenemos la esencia», evidencia asimismo, recordando que desde que se incorporó a la empresa —hace ya 25 años—, el número de trabajadores ha pasado de cuatro a los 20 actuales.
La nueva sede de Casa Pepe tendrá al menos 14 años de tranquilidad, aunque la concesión podría prorrogarse otros 35, encarando ya el centenario de la firma. «Todo esto no sería posible sin la gente que lleva con nosotros tantos años», subraya Carrera sobre su presente... Y futuro.
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