Tasga impulsa una gigabatería hidroeléctrica en Crecente con hasta 491 millones de inversión
El documento inicial remitido al Gobierno prevé 6 alternativas con el embalse de Frieira y una potencia de entre 401 y 645 MW

Representación de la balsa superior y accesos del bombeo Crecente de Tasga. / Tasga Renovables

Tras la clausura de los dos térmicas de carbón, casi el 83% de la potencia eléctrica en Galicia es ahora mismo verde. El músculo renovable alcanza los 8.100 megavatios (MW), aunque la capacidad para exprimir a fondo su producción depende, y mucho, de las condiciones meteorológicas. Especialmente si hay largos periodos de sequía. Como en 2022. Aquel año, «extremadamente cálido y seco», según Meteogalicia, llovió un 7% menos que en la media histórica, provocando el desplome del 46% en las hidroeléctricas en particular, hasta los 4.134 gigavatios hora (GWh); y del 20% en la generación renovable en general (14.522 GWh). Justo lo contrario a lo sucedido en 2023 y 2024, con cotas históricas de la actividad en los embalses: 8.433 y 10.130 GWh, respectivamente. En un escenario de contención en la demanda, situada en mínimos de los últimos 30 años, a Galicia, al igual que en toda España, le faltan despensas en las que guardar los excesos de producción en momentos de bajo consumo para tirar de ellos cuando el sistema necesita pulmón. Solo hay en la comunidad cuatro sistemas de bombeo con esa capacidad de reservar electricidad a gran escala. Suman una potencia de 431,8 MW y pueden almacenar 10,4 GWh diarios.
Al bum de proyectos presentados para ampliar el almacenamiento en Galicia se suma una nueva central reversible en Crecente impulsada por Tasga Renovables. A través de su filial Silvana Renovables, la compañía multienergética vinculada al dueño de Copasa acaba de presentar al Ministerio para la Transición Ecológica el documento inicial para construir una gigabatería con base en el embalse de Frieira, en el río Miño, de entre 401 y 645 MW, dependiendo de cuál sea finalmente la alternativa elegida entre todas las que se proponen para la ubicación y el desarrollo de la planta. Eso marcará también la inversión, que se mueve entre los 357 y los 491 millones de euros. La capacidad de almacenamiento va de los 3,7 a los 6,7 GW.
Seis alternativas
El documento inicial abre la puerta a las primeras consultas de organismos e interesados que quieran aportar observaciones y sirve a la Dirección General de Calidad y Evaluación Ambiental para fijar el contenido que debe tener el futuro estudio de impacto ambiental de las instalaciones para garantizar la protección del entorno. En él se analizan las alternativas que Tasga presentó ya ante la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil en el trámite de competencia de octubre de 2024 para otorgar una concesión de aguas para almacenamiento hidráulico en el embalse de Frieira. Planteó 6 para que el organismo seleccione la que «suponga un mejor aprovechamiento del recurso hidráulico, respetando el medio ambiente y una mayor contribución a los objetivos de la planificación energética».
Se ubican en tres zonas distintas en la margen derecha de la presa, sobre suelo de los concellos de Crecente, Melón y A Cañiza. La balsa superior podría estar en A Chan do Marco, en Coto da Cruz y en Chan de Moeiras. En cualquiera de los casos, Frieira actuará como depósito inferior. Tasga prevé que se vayan acotando las opciones a medida que avance la tramitación. «Desde la concepción inicial, la protección del medio ambiente y la compatibilidad con otros usos del agua han sido objetivos centrales de Silvana Renovables», señala la firma.
Diseño subterráneo
Casi todo el diseño es subterráneo, salvo la balsa superior, la subestación y la línea eléctrica, para «limitar las afecciones durante la construcción y minimizar el impacto visual del proyecto». La plantación de especies autóctonas ayudará a la integración de los elementos que sí van en superficie. «Se ha prestado especial atención para evitar la ubicación de las infraestructuras en espacios medioambientalmente protegidos y áreas de cautela de elementos patrimoniales, con el objetivo de minimizar los impactos del proyecto sobre los ecosistemas naturales, la biodiversidad y el patrimonio cultural –señala Tasga—. Con todo, durante la tramitación se podrán incorporar al proyecto medidas adicionales con el fin de garantizar la sostenibilidad del proyecto y la compatibilidad con el entorno natural».
La promotora liderada por Jesús Berzosa contempla que la tramitación se alargue de 3 a 5 años y la construcción dure otros cinco años. «Se trata de un proyecto a largo plazo», remarca, «en un contexto en el que este tipo de iniciativas son imprescindibles para permitir la integración de las energías renovables y dotar al sistema eléctrico de resiliencia y flexibilidad». A eso se suma su dotación con generadores síncronos para regular tensión y frecuencia, «contribuyendo a la resiliencia de la red eléctrica, necesaria para evitar eventos como el sufrido el pasado 28 de abril» con el gran apagón.
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