Política monetaria
España se dispone a perder su presencia en la ejecutiva del BCE dentro de un año
El Gobierno de turno tendrá en 2027 la opción de tratar de recuperar un puesto de relevancia en la decisiva dirección de la autoridad monetaria

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, junto al vicepresidente, Luis de Guindos. / Arne Dedert/dpa - Archivo

Dentro de poco menos de un año, el 31 de mayo de 2026, vencerá el mandato de ocho años no renovables de Luis de Guindos como vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) y España perderá con muy alta probabilidad su presencia en el decisivo comité ejecutivo del organismo que fija los tipos de interés oficiales de la zona euro. Así lo asumen distintas fuentes cercanas a la institución y a las autoridades españolas vinculadas al proceso, que señalan que el país no recuperará previsiblemente un puesto en la ejecutiva de la institución hasta bien entrado 2027. Será entonces cuando el Gobierno de turno tendrá que tratar de convencer a un número suficiente de socios europeos para que apoyen a su potencial candidato.
En el entorno de los bancos centrales, se subraya que el próximo vicepresidente tendrá que ser de una nacionalidad distinta al actual, pues así lo marca la tradición. Antes que el exministro de Economía del PP, lo fueron un francés (Christian Noyer), un griego (Lucas Papademos) y un portugués (Vítor Constâncio). Los países más pequeños del euro, en esta línea, están moviéndose para recuperar la vicepresidencia, tal y como la ostentaron entre 2002 y 2018, y se habla de que podría corresponder a un país báltico o del este. Se trataría de recuperar el equilibrio, ya que se da por sentado que la presidencia seguirá correspondiendo a una de las grandes economías del euro, como viene sucediendo desde la creación del BCE en 1998.

El economista jefe del BCE, Philip Lane. / BCE - Archivo
En 2027, eso sí, España tendrá la posibilidad de volver al comité ejecutivo con un puesto relevante, ya que vence el mandato de sus otros tres principales integrantes, aparte del vicepresidente: el economista jefe (el irlandés Philip Lane, el 31 de mayo), la presidenta (la francesa Christine Lagarde, el 31 de octubre) y la responsable del análisis de los mercados financieros (la alemana Isabel Schnabel, el 31 de diciembre). Si el Gobierno no consigue los apoyos suficientes, podría tener que esperar bastante: al holandés Frank Elderson (vicepresidente del consejo de supervisión bancaria del BCE) le vence el 14 de diciembre de 2028, mientras que al italiano Piero Cipollone (encargado del euro digital) le corresponde el 31 de octubre de 2031.
Equilibrios políticos
La partida para estos puestos se jugará en la primavera de 2027 y será compleja, ya que la composición del comité ejecutivo del banco central es siempre fruto de un delicado equilibrio de intereses políticos y nacionales. Desde su creación, Alemania, Francia e Italia -las tres mayores economías del euro- han contado con presencia en el mismo de forma casi constante. De entre los grandes, solo España (la cuarta mayor economía) lo perdió durante un periodo prolongado, entre 2012 y 2018. Se debió en parte a que el Gobierno de Rajoy presentó a un candidato inadecuado (Antonio Sainz de Vicuña, entonces director general del servicio jurídico del BCE, sin perfil de economista), pero también a que el país estaba bajo el estigma de la debacle de Bankia y la inminente petición del rescate financiero de la UE para la banca.
No parece probable que en 2027 España vuelva a quedarse fuera, pero hay más dudas sobre cuál es el puesto por el que debería pugnar. Algunas fuentes estiman que se dan las condiciones para que aspirase por primera vez a la presidencia: de entre las cinco grandes economías, argumentan, solo España y Alemania no la han ocupado aún y ya hay una alemana al frente de la Comisión Europea (Ursula von der Leyen). Hasta ahora, ha habido dos presidentes franceses (Jean-Claude Trichet y Christine Lagarde), un italiano (Mario Draghi) y un holandés (Wim Duisenberg).

La consejera del BCE Isabel Schnabel. / Reuters
En contra, juega la división política (los candidatos apoyados unánimemente por los grandes partidos de cada país cuentan con más opciones) y que España no ha sabido históricamente moverse bien para ocupar los grandes puestos de la UE. Y a ello se suma que las elecciones generales, de no adelantarse, coincidirían con las negociaciones europeas para renovar el BCE.
Presidentes potenciales
Para aspirar con opciones a la presidencia, la historia marca que es preciso presentar a un gobernador de banco central nacional o un ministro. Dentro de este perfil, encajaría el exgobernador Pablo Hernández de Cos, dado el peso que tuvo en el consejo de gobierno del BCE durante sus seis años de mandato. Tendría, eso sí, que abandonar el puesto de director general del Banco de Pagos Internacionales (BIS) de Basilea, que estrenará este julio. Y dependería mucho de qué partido esté en el Gobierno: si sigue el PSOE, es posible que pudiera tratar de colocar a alguien más afín, como el actual gobernador (José Luis Escrivá), la exministra de Economía Nadia Calviño (actual presidenta del Banco Europeo de Inversiones) o su sucesor, Carlos Cuerpo.
Aunque es difícil de aventurar qué pasará con tanto tiempo por delante, en el entorno de los bancos centrales ha sonado como posible candidato a la presidencia Klaas Knot, gobernador del Banco de los Países Bajos (quinta economía del euro). El hecho de que vaya a dejar su actual cargo el próximo mes de julio podría restarle posibilidades, salvo que encuentre otro puesto de relevancia. También se afirma que tendría interés en intentarlo el gobernador italiano (Fabio Panetta) e incluso el finlandés (Olli Rehn). Un candidato francés, en cambio, parece más complicado, pues ya ha habido dos presidentes galos.
En cambio, no se puede descartar que sea un alemán. Pero el que resultaría el candidato natural -el gobernador Joachim Nagel- podría tener en contra su pertenencia al Partido Socialdemócrata en un momento en que en su país y en la UE la derecha es mayoritaria. Asimismo, nunca es descartable que aparezca un candidato de consenso externo al mundo de los bancos centrales, como sucedió en 2019 con la exministra Lagarde, entonces directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Posibles candidatos
Si la presidencia resulta imposible, el siguiente puesto relevante al que podría aspirar España sería el de economista jefe. Como es una partida a varias bandas, tendrá incidencia la nacionalidad del vicepresidente elegido en 2026 y el presidente de 2027. Si fuera el holandés Knot, por ejemplo, es probable que tuviera que dimitir su compatriota Elderson, con lo que quedaría vacante otra plaza a la que podría aspirar España. Además, hay que tener en cuenta que Alemania y Francia mantendrán seguro un puesto, tras la salida de Lagarde y Schnabel, lo que complica aún más el sudoku.
Para uno de estos puestos de segundo nivel, una posible candidatura sería la de José Manuel Campa, exsecretario de Estado de Economía en época de Rodríguez Zapatero, cuyo mandato como presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA) finaliza en mayo de 2029. Si el Ejecutivo se inclina por buscar un perfil marcadamente técnico, también podría tener opciones Óscar Arce, director general de economía del BCE y exdirector de economía del Banco de España, si bien no es nada habitual que un directivo de su nivel suba a la ejecutiva del organismo.
Una alternativa sería, como se hizo en 1998 (Eugenio Domingo Solans) y 2004 (José Manuel González-Páramo), proponer como candidato a un miembro de la comisión ejecutiva del Banco de España, donde aparte del gobernador y la subgobernadora (Soledad Núñez), están Fernando Fernández (cercano al PP) y Lucía Rodríguez (nombrada por el actual Gobierno). Si bien ninguno de los dos cuenta con una larga trayectoria en banca central, Rodríguez podría tener opciones, si el actual Ejecutivo sigue al mando, ya que la paridad es también una variable a tener en cuenta en la composición del comité ejecutivo del BCE.
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